El último enemigo que será destruido es la muerte. –1 Corintios 15:26
Durante un breve tiempo, mientras el Jesús crucificado yacía en una tumba prestada, parecía que la muerte había triunfado una vez más. Amenazada por un mensajero del amor abundante e inquebrantable de Dios, otra turba humana había sucumbido a la seducción de la muerte. Eligieron su brutal poder silenciador y confiaron en su finalidad hueca. La rebelión traidora de la muerte contra el Creador de la vida parecía imparable.
Hasta el amanecer de ese domingo. María, Juana, María Magdalena y las demás mujeres llegaron a la tumba de Jesús preparadas para un cuerpo sin vida. En lugar de ello, descubrieron que la tumba había sido despojada de su poder y que la propia muerte había sido sepultada en la vida de resurrección. ¡Jesucristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron! (1 Corintios 15:20)
Ahora Jesucristo, la encarnación del amor misericordioso de Dios, está preparando sus cuerpos para una vida de resurrección. En esa vida la muerte ya no puede confinarlos en una tumba ni mantenerlos cautivos de su violenta imaginación y destructivo poder. Unidos a Cristo por el bautismo, sus cuerpos son llevados a esa vida de resurrección, a esa nueva creación de Cristo y al ministerio de reconciliación y paz. En este nuevo día, su servicio resucitado del amor inquebrantable de Dios perdura para siempre.
Esto ha sido obra del Señor,
y nos deja maravillados.
Éste es el día en que el Señor actuó;
regocijémonos y alegrémonos en él. –Salmo 118:23-24
Revdo. Mark S. Hanson
Obispo Presidente
Iglesia Evangélica Luterana en América
Para mayor información sobre noticias, comuníquese con:
Melissa Ramírez Cooper, directora adjunta de noticias, al (773) 380-2956; o John Brooks, director de noticias, al (773) 380-2958, o o por correo electrónico a: news@elca.org
Twitter: http://twitter.com/elcanews