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¿Podemos responder a la pregunta de «por qué»?

Por Elizabeth Eaton

Para proseguir con mi educación, una vez me inscribí en un curso de introducción a la filosofía en un colegio comunitario de dos años. Yo había estudiado música en la universidad y nunca seguí cursos de filosofía. Como la filosofía y la teología están íntimamente relacionadas, pensé que era hora de que conociera mejor la tradición filosófica de Occidente. Así que me puse a aprender cómo los grandes filósofos han abordado las preguntas de la existencia humana.

Fue una experiencia interesante. Mientras recorríamos los siglos de filosofía occidental, parecía que los filósofos cambiaban el enfoque para abordar las “grandes preguntas”: significado, trascendencia, sufrimiento, el papel de la voluntad. Todo este proceso estaba dirigido por un profesor que decía ser un mormón no practicante quien, me parece, nunca logró superar el ambiente de protesta de la década de los sesenta.

Me resultaba incómoda esta convergencia de un profesor que aún lidiaba con su propio rechazo de su tradición y los sistemas filosóficos que le prestaban más atención al “cómo” frente al “por qué”. No me creí para nada el determinismo, especialmente cuando un estudiante lo usó para explicar una desafortunada decisión que implicaba beber y conducir (nadie salió lesionado). ¿Qué debía hacer una joven luterana?

Mi oportunidad llegó cuando el profesor nos mandó escribir un ensayo sobre lo que habíamos aprendido de cualquiera de las filosofías abarcadas en clase. Me metí de lleno. Era una tarea para conseguir créditos extra, diseñada para dar una segunda oportunidad a los que estaban en peligro de reprobar la materia. Como yo no estaba dentro de esa categoría, inmediatamente me vieron como “uno de esos estudiantes” (estoy segura que mis compañeros usaron un lenguaje menos refinado).

Titulé mi ensayo “Cómo o por qué: mecánica newtoniana vs. metafísica cuántica”. Muy pasado de la raya, pero yo me había puesto una misión. Quería hacer notar al profesor que en la vida hay más que el “cómo” de las cosas, que hay significado y trascendencia aunque no podamos percibirlo mediante la razón o el entendimiento humano. Quería dar testimonio de mi convicción de que en la vida hay muchas más cosas que sólo mecánica y técnica en el camino hacia una conclusión determinista. Y quería señalar la verdad que había experimentado: que existe un ser amoroso y relacional que se preocupa por nosotros y por la creación.

Obviamente el profesor quedó desconcertado por el esfuerzo que puse en el proyecto, además de quitarme cinco puntos por haber usado una contracción. Pero mi punto era entonces, igual que ahora, que como cultura y como iglesia nos hemos vuelto muy competentes para hablar del “cómo” de las cosas. Para la iglesia esto significa que “cómo” se ha convertido en la pregunta que determina dónde concentramos la atención, cómo vivimos y cómo distribuimos los recursos. Hemos desarrollado programas —hermosos programas— para saber cómo llevar a cabo la educación cristiana, la adoración, la mayordomía, la defensa de los derechos, la justicia, el evangelismo, el ministerio global y el ministerio juvenil. No descuiden ninguno de estos.

Pero, ¿podemos como iglesia responder la pregunta de “por qué”?

Al participar este año en la conversación sobre la futura dirección y las prioridades de esta iglesia, esa es la pregunta que debemos responder. Si no podemos responderla claramente y con convicción, no visualizo mucho cambio para nosotros.

En el Catecismo Menor, Martín Lutero nos da cierta dirección:

“Creo que Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre, nacido de la virgen María, es mi Señor. Que me ha redimido a mí, criatura perdida y condenada, me ha rescatado y librado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo, mas no con oro ni con plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte. Y todo esto lo hizo para que yo sea suyo y viva bajo él en su reino y lo sirva en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él, resucitado de entre los muertos, vive y reina eternamente. Esto es ciertamente la verdad».

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna se publicó por primera vez en la edición de abril de 2016 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

Estudiantes de universidad luterana atrapados en Machu Picchu

CHICAGO (ELCA) — Dos profesores y 21 estudiantes de la Universidad Gustavus Adolphus están atrapados en Machu Picchu, Perú. Fuertes lluvias e inundaciones producidas por deslizamientos de

(Haga clic en la imagen para ampliarla). Debra Pitton, profesora de educación en la Universidad Gustavus Adolphus, dirige un curso de estudios extracurriculares en Perú.

tierra en la zona bloquearon las carreteras y limitaron otros medios de transporte. El grupo forma parte de lo que se calcula que son 2,500 personas, entre turistas y otros, a la espera de ser evacuadas. GustavusAdolphus, en St. Peter, Minnesota, es una de las 27 facultades y universidades de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés).

El grupo está a salvo y se encuentra de buen ánimo a pesar de las circunstancias, dijo Debra Pitton, líder del viaje y profesora de educación en Gustavus.

Se espera que el grupo salga de Machu Picchu en los próximos días, según un boletín de prensa hecho público por la universidad el 27 de enero. “Si el clima lo permite, unos helicópteros van a sacar a las personas de la zona”, decía el comunicado.

“Los estudiantes se apoyan mucho entre sí”, dijo Pitton. “Se dan ánimo unos a otros. Los padres deberían estar muy orgullosos de cómo están  manejando la situación los estudiantes. Por fortuna, podemos quedarnos en un hotel y hay suficiente comida y agua. También tuvimos la maravillosa oportunidad de ver Machu Picchu en este viaje. Los estudiantes agradecen mucho la experiencia y regresarán con fotografías maravillosas», dijo.

El grupo se encuentra en Perú para estudiar una asignatura de un mes en enero titulada “Educación, servicios de salud y pobreza en Perú”.

El personal de Gustavus está cooperando estrechamente con Pitton, la embajada estadounidense en Perú, agencias de viajes y otros para manejar la situación. Carolyn O’Grady, directora del Centro Gustavus para la Educación Internacional y Cultural, ha mantenido un contacto regular con las familias de los estudiantes y ha compartido noticias de la situación con la comunidad universitaria.

“Nos sentimos orgullosos de cómo está manejando nuestro grupo el reto”, dijo O’Grady. “Tenemos muchas ganas de recibirlos de vuelta a casa, esperemos que suceda pronto”, dijo.

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La oficina de relaciones con los medios de comunicación de la Universidad Gustavus Adolphus proporcionó la información para este artículo. La información sobre la escuela se encuentra en la Red en http://www.gustavus.edu. Se pueden ver unas declaraciones en video de Carolyn O’Grady, directora del Centro Gustavus para la Educación Internacional y Cultural, en la página de internet http://www.youbube.com/watch?v=vvVwFohEciQ.

Para mayor información, favor de comunicarse con:

Melissa Ramírez-Cooper, directora adjunta de noticias, al (773) 380-2956; o John Brooks, director de noticias, al (773) 380-2958. También pueden escribir un mensaje por correo electrónico a: news@elca.org.

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