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Mensaje navideño

Diciembre de 2016

Por la Revda. Elizabeth Eaton

Recuerdo mi hogar cuando era niña. Estaba en el lado oeste de Cleveland. Todavía sueño con él. Era un lugar donde me sentía a salvo, donde estaba mi familia. Y guardaba maravillosos recuerdos navideños. Después, cuando cursaba mi último año de universidad, mis padres se mudaron. El sueño de todos los residentes del lado oeste de Cleveland era vivir junto al lago. Y al fin lograron llegar a la orilla del Lago Erie. Pero mi hogar ya no estaba. De hecho, tuve que preguntar cómo dar con la casa de mis padres para visitarlos en las vacaciones de Navidad.

Todavía sueño con aquel hogar. Aún lo echo de menos. Todavía puedo ver exactamente cómo era. Y me doy cuenta que todos añoramos profundamente el hogar. En Navidad, creo que a la gente le resulta especialmente emotivo y profundo ese sentimiento. Muchos de nuestros villancicos y canciones hablan de estar en casa en Navidad y de lo difícil que es no poder hacerlo.

Luego recordé que María y José no estaban en su hogar para Navidad ese primer año. Estaban lejos de su casa, lejos de su gente. Se hallaban en Belén, lejos de Nazaret. Se debieron haber sentido muy desorientados.

Pero la verdad es que María y José estaban justamente en casa en Navidad porque el niño Dios estaba con ellos. Jesús es nuestro verdadero hogar. Esa es nuestra esperanza en Navidad y durante todo el año. Nunca estamos lejos de casa porque Cristo está a nuestro lado, tan cerca como nuestro propio aliento o nuestros propios latidos. Así que, donde quiera que se encuentren este año, querida iglesia, recuerden que Jesús está con ustedes y que están en casa esta Navidad.

¡Feliz Navidad!

Reverenda Elizabeth A. Eaton
Obispa presidente
Iglesia Evangélica Luterana en América

Reflexiones sobre las elecciones recientes

La reverenda Elizabeth Eaton, obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en America comparte en este video algunas reflexiones con los miembros de la ELCA. Este es el enlace: https://youtu.be/Nw2-f82fklc

Por favor, seleccione los subtítulos en español para la versión en español.  

Obispa presidente de la ELCA emite declaración sobre Standing Rock

CHICAGO (14 de noviembre de 2016) – La reverenda Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA), emitió la siguiente declaración sobre Standing Rock.

Declaración de la obispa presidente de la ELCA sobre Standing Rock

Al congregarnos para la adoración, solemos comenzar con la confesión y el perdón utilizando estas palabras: “Confesamos que estamos esclavizados por el pecado y no podemos liberarnos nosotros mismos”. La comunidad luterana reconoce que este es un mundo quebrantado y, como parte del mismo, hasta nuestra mejor sabiduría y nuestros mejores esfuerzos se quedan cortos. Con mucha frecuencia, enfrentamos cuestiones extraordinariamente complejas en las que todos los bandos ofrecen argumentos razonados en defensa de su realidad. La situación actual en Standing Rock, en Dakota del Norte, es precisamente uno de esos casos.

La ruta del oleoducto Dakota Access Pipeline (DAPL) atraviesa terrenos en disputa, que la tribu sioux de Standing Rock ve como su patria y su suelo sagrado, incluyendo cementerios. Los defensores del DAPL lo ven como una combinación de propiedad pública y privada. El oleoducto pasará por debajo del Lago Oahe, la principal fuente de agua de la tribu sioux de Standing Rock. Lo que nosotros vemos es la tensión entre dos pueblos que intentan compartir unas mismas tierras. También podemos ver la tensión entre nuestra dependencia de combustibles fósiles y el compromiso que esta iglesia ha asumido de cuidar de la creación.

En agosto, la Asamblea General de la ELCA de 2016 aprobó una resolución en la que se repudiaba la doctrina del descubrimiento. En la misma, prometíamos “practicar el acompañamiento con los pueblos nativos”. La doctrina declaraba que las tierras indígenas estaban “desocupadas” siempre y cuando no hubiera cristianos presentes. Por lo tanto, las tierras consideradas “desocupadas” eran “descubiertas”, como si anteriormente fueran desconocidas para la humanidad. Esta doctrina fue utilizada como justificación por monarquías europeas, y después por el gobierno de Estados Unidos, para despojar a pueblos indígenas de sus tierras. Muchos de nosotros en esta iglesia, y que somos inmigrantes, nos hemos beneficiado de las injusticias cometidas contra los habitantes originales de esta tierra donde ahora vivimos y adoramos. Nuestra iglesia también incluye a indígenas estadounidenses y nativos de Alaska que han sido perjudicados por las injusticias cometidas. Cuando repudiamos la doctrina del descubrimiento, los luteranos prometimos hacer mejor las cosas en el futuro de lo que las hemos hecho en el pasado.

Al reconocer la complejidad de esta cuestión y las limitantes que el pecado impone a las decisiones humanas, creo que estamos llamados como iglesia a apoyar a la tribu sioux de Standing Rock: a solidarizarnos con la tribu en su búsqueda de justicia; a alentar a nuestras congregaciones a orar por ellos y ofrecer apoyo material y a analizar el racismo inherente en nuestro sistema que contribuye a la crisis actual.

Como se prometió en nuestra resolución que repudia la doctrina del descubrimiento, escucharemos a los líderes tribales y respetaremos su sabiduría.

Ofreceremos nuestra presencia cuando seamos invitados; nuestros esfuerzos de defensa de los derechos cuando sean solicitados; los recursos de nuestra gente cuando sean requeridos, y nuestras oraciones, amistad y arrepentimiento en todo momento.

Su hermana en Cristo:

Elizabeth A. Eaton

Obispa Presidente

Iglesia Evangélica Luterana en América

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:

La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos, con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de “La obra de Dios. Nuestras manos”, la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se encuentran en los escritos del alemán Martín Lutero, reformador de la iglesia.

Una mirada mayor al Catecismo menor

Por Elizabeth Eaton, Obispa presidente de la ELCA, columna de octubre de 2016 en Living Lutheran

Nota del editor: Esta es una reimpresión de la columna de julio de 2014 de la obispa presidente Elizabeth Eaton. Tal como hizo en la Asamblea Nacional de 2016, Eaton alienta a las personas a «desempolvar» su Catecismo Menor y echarle otro vistazo a los aspectos básicos de nuestra fe ahora que nos estamos acercando al 500 aniversario de la Reforma. 

Hace varios años, el obispo de mi esposo intentó iniciar un llamado al catecumenado para la diócesis con el fin de involucrar en un periodo de estudio y formación a quienes se estaban preparando para la confirmación. Lo llamamos clase de confirmación o catecismo, algo por lo que han pasado generaciones de luteranos. Pero era una experiencia nueva para los episcopales en su diócesis. Se puso a desarrollar un currículo para los posibles confirmandos, pero se encontró con resistencias. ¿Cómo consiguen los luteranos que se participe en una instrucción catecumenal de varios años? Le dije: «Hostigando quinientos años».

Sí tenemos nuestra historia de comunicar la fe de generación en generación. Martín Lutero escribió el Catecismo Menor después de la Visitación Sajona de fines de la década de los 20 en el siglo 16, que examinó las prácticas religiosas en las parroquias de esa parte de Europa Central. Descubrió una sorprendente falta de comprensión de los fundamentos de la fe cristiana entre laicos y pastores. Así que en el Catecismo Menor proporciona una explicación concisa pero valiosa del Padrenuestro, el Credo de los Apóstoles, los mandamientos, el bautismo, la comunión, el Poder de las Llaves y la confesión.

El Catecismo Menor se convirtió en una parte importante de la formación de la fe en las familias. Millones de nosotros, a lo largo de los siglos y la geografía del mundo, lo hemos estudiado y memorizado. El catecismo ha sido un rito de pasaje en el movimiento luterano. Se podría argumentar que ninguna experiencia es más universalmente luterana que el estudio de este pequeño libro. Lo es más que el lenguaje, los himnos, la cocina o el estilo de adoración. «¿Qué significa esto?» y «Esto sin duda es muy cierto», son dos de las frases más reconocibles del luteranismo.

Se ha dicho: «La juventud se malgasta en los jóvenes». No estoy sugiriendo que estudiar el catecismo no sea beneficioso para los estudiantes de escuela intermedia. Pero confinar la instrucción catecumenal a ese grupo de edad y esperar discípulos plenamente formados al final del proceso probablemente sea un poco irreal.

Todo esto hace que me pregunte cómo podemos llevar nuestras tradiciones luteranas, sin vergüenza y con agradecimiento, a nuestras relaciones con asociados ecuménicos e interreligiosos. La ELCA tiene un compromiso total con el diálogo ecuménico e interreligioso. Tenemos seis asociados de comunión total: la Iglesia Presbiteriana (EE.UU.), la Iglesia Reformada en América, la Iglesia Unida de Cristo, la Iglesia Episcopal, la Iglesia Metodista Unida y la Iglesia Morava. Como ELCA, también reclamamos la parte evangélica de nuestro nombre. Liberados por la gracia de Dios por la muerte y resurrección de Jesús, y movidos por el Espíritu, queremos contar a todo el mundo la buena nueva.

Algunos argumentan que enfatizar nuestra identidad luterana es un impedimento para el diálogo y el evangelismo. Yo contestaría que si no tenemos claro quiénes somos y qué creemos no es posible tener encuentros profundos y auténticos con los demás. Resulta difícil mantener un intercambio significativo si lo único que se tiene para ofrecer es una mezcolanza informe.

Hubo un tiempo en la década de los 80 cuando expertos en el crecimiento de las iglesias nos conminaban a renunciar a nuestra identidad denominacional en favor de nombres más genéricos, y por lo tanto atractivos, para las congregaciones. La Iglesia Luterana de San Pablo se convirtió en la Iglesia en la Senda del Faisán. Es como vender nuestra herencia por un plato de lentejas mercadotécnicas. Por supuesto que estamos bautizados en la iglesia que es una, santa, católica y apostólica. Por supuesto que nuestra identidad se encuentra en Cristo y no en un monje agustino del siglo 16. Pero hay algo distintivo en nuestra voz luterana que necesita escucharse en las conversaciones ecuménicas e interreligiosas y en la arena pública. Si no tenemos esto claro, corremos el riesgo de deslizarnos hacia el relativismo.

Podría ser este el momento perfecto para desempolvar nuestros Catecismos Menores (o encontrarlo en Adoración Evangélica Luterana, 1160) y echarle otra mirada a los fundamentos de la fe. El personal del Centro Luterano en Chicago va a hacer precisamente eso esta primavera. Me parece que lugares como Microsoft o McDonald’s se ocupan mucho de sumergir a los suyos en su cultura corporativa. Nosotros somos cristianos luteranos. Debemos conducirnos con gran humildad, pero no necesitamos pedir perdón por ser luteranos. Sería maravilloso si nosotros, como ELCA, nos preparásemos para el 500 aniversario de la Reforma en 2017 estudiando juntos el Catecismo Menor. Tenemos un lenguaje común con el que hablar de la fe, involucrarnos con las Escrituras y darle un sentido a nuestro mundo. El catecismo no es sólo para los jóvenes. Esto sin duda es muy cierto.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América.

 

Red de facultades y universidades de la ELCA publica declaraciones condenando las amenazas de odio

CHICAGO (ELCA) – El consejo de dirección de la Red de Facultades y Universidades de la ELCA ha publicado unas declaraciones condenando las amenazas de odio realizadas contra la facultad Bethany College en Lindsborg, Kansas, y contra William Jones, su decano.

Este mismo mes ya se habían descubierto mensajes racistas escritos con gis en el campus de Bethany. Tras el incidente, Jones recibió llamadas telefónicas de amenaza de alguien que aseguró ser el autor de los mensajes y dibujos.

La Red de Facultades y Universidades de la ELCA integra a las 26 instituciones de educación superior relacionadas con la Iglesia Evangélica Luterana en América. El consejo de dirección de la red está compuesto por los 26 decanos y rectores de las instituciones y un director ejecutivo.

En las declaraciones se manifestaba que:

«La Red de Facultades y Universidades de la ELCA ha observado con gran preocupación los incidentes en la facultad Bethany College. Como asociación de las veintiséis instituciones de educación superior relacionadas con la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés)  nos sentimos obligados a hablar en apoyo a la facultad Bethany College, nuestra institución hermana en Lindsborg, Kansas.

«Hemos sabido que este mes han aparecido amenazas de un grupo de odio en forma de mensajes escritos con gis en los caminos del campus y en mensajes comunicados por teléfono. Estos mensajes racistas se enfocaban en la familia del nuevo decano de la facultad Bethany College, William Jones, y los dos hijos birraciales del decano y su esposa. Una mayor presencia de personas de color en el estudiantado fue también el objetivo de este discurso del odio.

«Somos instituciones diferentes en la tradición luterana, pero nos levantamos como una sola en contra de estas amenazas. Junto con el decano Jones, deploramos estas acciones viles que son, como él mismo ha compartido, ‘repugnantes y completamente contrarias a nuestros valores fundamentales e identidad intelectual’.

«La Red de Facultades y Universidades de la ELCA condena los ataques racistas y amenazas de violencia realizadas en contra del decano, su familia y los miembros de la comunidad de Bethany College. Tal comportamiento es contrario a los valores humanos, cristianos y americanos. Toda persona de buena voluntad estará de nuestro lado contra el racismo, la intolerancia y el odio que se encuentran en la raíz de estos ataques recientes».

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:
La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos, con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de «La obra de Dios. Nuestras manos», la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se encuentran en los escritos del alemán Martín Lutero, reformador de la iglesia.

¿Cómo va a saberlo la gente?

Por Elizabeth Eaton, Obispa presidente de la ELCA, columna de septiembre de 2016 en Living Lutheran

El miércoles 10 de agosto, los miembros con derecho a voto de la Asamblea General de la ELCA de 2016 recibieron el documento “Declaration on the Way” (Declaración sobre el camino). De entre nosotros, más del 99 por ciento afirmó esta importante declaración ecuménica en la que los luteranos y los católicos romanos han alcanzado acuerdos sobre 32 puntos relativos a la comunión, el ministerio y la iglesia, declarando que éstos ya no dividen a la iglesia. Cincuenta años de diálogo ecuménico en los Estados Unidos y en todo el mundo llevaron a este punto.

Cuando se le preguntó si la declaración nos situaba un paso más cerca de compartir la eucaristía entre luteranos y católicos romanos, el obispo Denis Madden, copresidente católico del grupo de trabajo para el diálogo, respondió afirmativamente. Hubo lágrimas de alegría. La asamblea respondió con una ovación en pie.

Más tarde ese mismo día, esa pregunta se hizo durante la conferencia de prensa sobre la decisión de la asamblea relativa a la declaración: «¿Cómo se daría a conocer este acuerdo histórico y cómo afectaría a la vida de los feligreses ordinarios?» ¿Cómo se convierte el trabajo de teólogos y la decisión de una asamblea nacional en parte de la experiencia de vida de los feligreses luteranos y católicos romanos? ¿Cómo se puede prevenir que esta decisión importante se convierta en sólo uno de los momentos felices compartidos por los miembros con derecho a voto de la asamblea de agosto de 2016?

¿Y qué pasa con todas las demás decisiones importantes que se tomaron? ¿Qué pasa con la iniciativa AMMPARO y con la creación de una lista unificada de la palabra y el servicio? ¿Qué pasa con los memoriales que llaman a la ELCA a profundizar en sus relaciones con las Iglesias Negras Históricas; a repudiar la doctrina del descubrimiento; a trabajar por un futuro energético responsable, por la paz con justicia en Tierra Santa; a dar la bienvenida a los refugiados; a apoyar al personal militar, los veteranos y sus familias; a recibir generosamente los dones de los miembros afroamericanos de la ELCA, y a mirar las estructuras dentro de esta iglesia que levantan barreras a la plena inclusión?

¿Y qué pasa con todos los demás maravillosos eventos no legislativos en la asamblea: un llamado a que la ELCA lea unida el Catecismo Menor de Martín Lutero a partir de ahora y hasta el 31 de octubre de 2017; el llamado a la acción de Leymah Gbowee, luterana galardonada con el Nobel; los informes del Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial y de la Respuesta Luterana ante Desastres; las vidas a las que estamos alcanzando y que estamos cambiando gracias a Siempre siendo renovados: la campaña por la ELCA? ¿Y la conversación que estamos manteniendo en la organización nacional sobre las prioridades en el proceso de Called Forward Together in Christ (Llamados a avanzar juntos en Cristo)?

La asamblea no era una convención política nacional, sino que era el pueblo de Dios unido diariamente alrededor de la palabra y los sacramentos, participando en la oración y abierta al movimiento y guía del Espíritu.

Pero regreso a las preguntas que se hicieron durante la conferencia de prensa: ¿cómo conocerán las personas lo que sucedió durante esta asamblea y cómo se convertirán estas acciones y experiencias en parte de nuestra vida juntos?

No es la primera vez que he oído esta pregunta u otras similares. Es como si la gente quisiera, necesitase o esperase algún tipo de directiva o programa, o incluso permiso, de alguien (¿la obispa presidente?) o de algún sitio (¿la organización nacional?) para sacar estas cosas a la luz y a la vida de sus congregaciones. No tiene por qué ser así. Asistieron a la asamblea aproximadamente 960 miembros con derecho a voto y casi 500 participantes en la Asamblea de la Gracia, junto con visitantes, presentadores y miembros del personal. Cerca de 2,000 personas, la mayoría de las cuales son miembros de congregaciones de la ELCA, miraron y escucharon lo que sucedió en Nueva Orleans. Miles de ustedes han leído lo que se contaba de la asamblea en esta edición de la revista en inglés Living Lutheran. Movilícense.

Si tu pasión es explorar la Declaración sobre el Camino con la parroquia católica romana local, únete a un par de miembros de tu congregación y ofrezlo a tu pastor: «Pastor, creemos que es importante y queremos trabajar con usted. Organizaremos el evento, la logística, las invitaciones, la publicidad, los conferencistas, el formato, ¡hasta los refrescos!» Pueden hacer lo mismo en su conferencia o sínodo.

El punto es que todos somos la ELCA. La labor nos pertenece a todos nosotros.

¡Pongámonos a trabajar!

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América.

 

Proclives a la paradoja

Obispa Elizabeth Eaton, columna de agosto de 2016 en Living Lutheran

Un cristiano es un señor perfectamente libre de todo, sujeto a nada. Un cristiano es un servidor perfectamente solícito con todos, servidor de todos, sujeto a todos (Martín Lutero en La libertad cristiana).

¡A los luteranos nos encantan las paradojas! Ley y evangelio. Santo y pecador. Libre y encadenado».

Esta inclinación por la paradoja, o al menos el reconocimiento de que ésta forma parte de la tradición luterana, solía citarse como fortaleza durante la fase de conversación sobre Called Forward Together in Christ (Llamados a avanzar juntos en Cristo) mantenida a nivel de organización nacional.

Durante cuatro meses, asambleas sinodales, consejos sinodales, la Conferencia de Obispos, el Consejo Eclesial de la ELCA, asociaciones étnicas de la ELCA, personal de la organización nacional, la Red de Formación de la Fe, personas individuales, agencias e instituciones han estado orando y considerando unidas cuáles podrían ser las prioridades de Dios para la ELCA. Ha sido un proceso en el que se ha sentido mucha implicación y energía.

Temas definidos surgieron por toda esta iglesia. La siguiente fase del proceso presentará estos temas para la consideración de todos nosotros en la ELCA; una vez más, en sínodos, congregaciones, agencias, facultades y universidades, seminarios y la Asamblea General.

Aviso para lectores, se incluyen detalles reveladores: Voy a presentar dos de los temas ahora. En primer lugar, al describir lo que significa ser un luterano de la ELCA o al responder la pregunta «¿Qué está llamando Dios a convertirse a la ELCA?», respondimos aplastantemente que «una iglesia diversa, incluyente y multicultural». En los marcos en los que dirigí la conversación, advertí gentilmente a los pastores que dejaran a los laicos hablar para que pudieran ser oídos todos los bautizados. Se entiende que la diversidad es étnica, económica y generacional. Dijimos que las comunidades deben reflejar las comunidades en las que están plantadas. ¡Maravilloso!

El segundo tema que mencionaré ahora es que la ELCA está constituida de tal manera que no se puede exigir mucha responsabilidad. Los miembros de la ELCA pueden decidir participar o no en la vida de su congregación. Las congregaciones pueden decidir participar o no en la vida del sínodo o de la más amplia iglesia. Los pastores pueden decidir participar o no más allá de sus congregaciones. Incluso los sínodos y los obispos suelen verse atrapados entre sus contextos específicos y su participación en las decisiones de la organización nacional.

No somos malas personas. La abrumadora mayoría de nosotros no tenemos intención de llevar la contraria. Hay fuerzas en acción que exacerban esta falta de responsabilidad. La primera es cultural: el cristianismo americano es congregacional y la autonomía del individuo está casi a un pelo de ser sacrosanta. Esto tuvo un inicio muy anterior al agotamiento de la confianza en las instituciones en las décadas de los 60 y 70. Se entiende que la pertenencia a una iglesia es una asociación voluntaria. Uno puede entrar y salir cuando quiera. En el contexto americano, la fe es un asunto privado.

La segunda es que se necesitó mucha sensibilidad para cuidar las historias, organizaciones y eclesiologías de los organismos eclesiales que nos precedieron (la Asociación de Iglesias Evangélicas Luteranas, la Iglesia Luterana Americana, la Iglesia Luterana en América) cuando estaba naciendo la ELCA. Fue un salto de fe enormemente osado convertirse en la ELCA. Creo que todavía nos estamos esforzando por confiar los unos en los otros.

Nuestras conversaciones en el proceso de Llamados a Avanzar Juntos en Cristo demuestran que creemos que Dios nos está llamando a ser una iglesia diversa e incluyente. Necesitamos dejar clara nuestra motivación. Si es el deseo, sin importar lo bien intencionado o noble, por diversificar la iglesia, no creo que Dios bendiga nuestros esfuerzos. Pero si es nuestro más ardiente deseo compartir el amor íntimo y liberador de Jesús, entonces tendremos que pedirnos cuentas unos a otros mientras adoptamos las duras pero santas medidas de abrir puertas en una iglesia de raza blanca en un 94 por ciento de su membresía.

Lo que me lleva a la cita de Lutero al inicio de esta columna. La fe es personal –Dios nos ama a cada uno de nosotros– pero nunca es privada, ni se vive separados de otros cristianos. En Cristo hemos sido liberados y, en esa perfecta libertad, estamos sujetos los unos a los otros y somos responsables ante los demás.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América.

La ELCA avala las normas para los debates presidenciales

CHICAGO – La Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés) se ha unido a grupos de fe y otras organizaciones para avalar las normas de conducta que regirán los inminentes debates presidenciales. Las normas han sido propuestas por el Instituto Nacional para el Discurso Civil.

El instituto creó normas para los candidatos presidenciales, los miembros del público y los moderadores. Las normas para los candidatos esperan que se respeten mutuamente en su lenguaje y en su comportamiento, y que den a conocer sus ideas y sentimientos sin faltar deliberadamente al respeto a los demás.

Las normas para el público incluyen que se enfrenten a la falta de educación recordando a los candidatos que eso no es aceptable. De los moderadores se espera que pidan cuentas a los candidatos exhortando a cada uno de ellos a decir la verdad y a actuar con integridad.

Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la ELCA, abordó el discurso cívico en su columna de mayo de 2016 para la revista en inglés Living Lutheran.

«Entiendo que el mundo es un lugar peligroso; entiendo que muchas personas en nuestro país se sienten ignoradas y abandonadas», escribió Eaton. «Existen preocupaciones legítimas sobre seguridad, política externa y política nacional. Los candidatos y partidos políticos tienen el deber de hablar de esas preocupaciones y defender la opinión de su plataforma».

Eaton enfatizó, sin embargo que «el discurso político que no asegure que el ‘otro’ sea tratado con el mismo respeto y cariño que desearíamos para nuestro hermano, hermana, padre o madre no es lo que Dios tiene en mente para la comunidad amada de Dios».

La ELCA se ha preocupado desde hace mucho tiempo porque el discurso público se conduzca con civilidad y justicia. El pronunciamiento social de la ELCA de 1991, “The Church in Society: A Lutheran Perspective» (La iglesia en la sociedad: una perspectiva luterana), dice que «los cristianos tienen que preocuparse por los métodos y el contenido de la deliberación pública».

Más recientemente, el Sínodo de la ELCA del Área Metropolitana de Washington, D.C., expresó esta preocupación al aprobar una resolución titulada «Current American Political Discourse» (El actual discurso político americano). En la resolución, el sínodo «rechaza las expresiones públicas de odio, miedo e intolerancia que se están realizando en las actuales campañas políticas y anima a los líderes nacionales y locales a abrazar con valor, de forma inequívoca y responsable, los valores de la compasión, el honor, el respeto, la cooperación y el compromiso que ocupan el corazón y el alma de los Estados Unidos».

El pronunciamiento social de la ELCA «Church in Society» (La iglesia en la sociedad) se encuentra disponible en bit.ly/2d5YJ9H.

La columna de Eaton se encuentra disponible en español en este blog, bajo el nombre «Ama a tu prójimo, y en inglés en este enlace: livinglutheran.org/2016/05/love-your-neighbor/.

Una mayor información sobre las Normas de Conducta para los Debates se encuentra disponible en bit.ly/2d2mrR4.

 

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:
La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos, con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de «La obra de Dios. Nuestras manos», la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se encuentran en los escritos del alemán Martín Lutero, reformador de la iglesia.

La obispa presidente de la ELCA hace públicas unas declaraciones con motivo del 15 aniversario del 11/9

CHICAGO (9 de septiembre de 2016) – La reverenda Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés) ha hecho públicas unas declaraciones con motivo del 15 aniversario del 11 de septiembre de 2001, los atentados terroristas contra los Estados Unidos.

11 de septiembre de 2016

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar. Salmo 46

 

11 de septiembre del 2001. Al igual que muchos de ustedes, recuerdo exactamente dónde me encontraba cuando escuché la noticia de que Estados Unidos había sido atacado. Recuerdo la confusión, el miedo, la impotencia y la ira de esos días posteriores al ataque y la profunda tristeza por las miles de personas que perdieron la vida.

Eso fue hace 15 años. Mucho ha sucedido en nuestra nación y en el mundo. Hemos estado en guerra. Nos hemos acostumbrado a las amenazas terroristas y a los controles de seguridad de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés). Nos hemos adaptado a un nuevo estado de normalidad. Nos sentimos menos seguros.

Este año, el «Domingo de la Obra de Dios. Nuestras Manos» coincidió con el 11 de septiembre. Debemos darnos un tiempo para recordar dónde nos encontrábamos ese terrible día hace 15 años. Pero también debemos analizar dónde nos encontramos ahora. Hay voces que piden a gritos la sospecha y la división. Hay voces que prometen que, por nuestro propio esfuerzo, podemos garantizar nuestra propia seguridad, por la fuerza si es necesario. El sentido de unidad que surgió de las cenizas de las Torres Gemelas ha desaparecido. Esta no es una buena postura, ni la postura a la que Dios nos ha llamado a tomar como iglesia.

Stephen Bouman, director ejecutivo de la unidad de Misión Doméstica de la ELCA y ex obispo del Sínodo Metropolitano de Nueva York, cuenta esta historia sobre uno de los sucesos del 11 de septiembre del 2001. Un pastor del sínodo también fungía como capellán del departamento de bomberos. El pastor vio al primer avión estrellarse contra la primera torre y corrió hacia allá. Cuando llegó, los bomberos se estaban colocando su equipo. El pastor los reunió a todos, hizo una cruz con aceite de ungir en sus frentes y oró. Luego, los bomberos corrieron hacia el edificio. Las personas que sobrevivieron contaron que podían ver las cruces brillando en las frentes de los bomberos. En esa gran oscuridad y sufrimiento, apareció la luz de Cristo.

En el bautismo, hemos sido marcados con la cruz de Cristo. Y somos enviados a los lugares oscuros del mundo. Ahí es donde estamos y donde debemos estar el 11 de septiembre del 2016. Dios nos ha dado su obra de reconciliación. Cuando vayamos a nuestras comunidades para nuestro día de servicio luciendo nuestras playeras amarillas, debemos dar testimonio del amor de Cristo, que es más fuerte que el odio; y de la vida de Cristo, que es más fuerte que la muerte. Que, unidos a la muerte y la resurrección de Cristo por medio del bautismo, podamos ser luz del mundo.

Que la paz de Cristo esté con ustedes,

Elizabeth A. Eaton

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Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América: La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en Estados Unidos con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de “La obra de Dios. Nuestras manos”, la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se hallan en los escritos del reformista alemán Martín Lutero.

El poderoso testimonio de Rachel Birkedal a favor de #AMMPARO en #ELCACWA

Por Noticias de la Asamblea General del 2016

Esta declaración fue hecha por Rachel Birkedal, miembro con derecho a voto en la Asamblea General de la ELCA en representación del Sínodo de Carolina del Norte. Rachel compartió este mensaje durante el periodo de conversación en la Asamblea General de la ELCA (#ELCAcwa) antes de la aprobación de la estrategia #AMMPARO de la ELCA.

“Serví como Adulta Joven en la Misión Global – ELCA en México y más tarde como miembro del Cuerpo Luterano de Voluntarios (LVC, por sus siglas en inglés) con un proveedor de servicios legales gratuitos para los solicitantes de asilo en la zona norte del Medio Oeste. En México, mis compañeros de Adultos Jóvenes en la Misión Global (YAGM, por sus siglas en inglés) han prestado sus servicios en refugios para migrantes a lo largo de las rutas de tránsito en México. Hemos sentido miedo mientras mirábamos a los migrantes y a nuestros amigos viajar por México, al acercarse a la frontera y pedir asilo.

Al regresar a los EE.UU., he trabajado principalmente con mujeres y niños que huían de la violencia en el triángulo norte de Centroamérica y con las redes que los apoyan. Mis compañeros de trabajo y yo nos hemos sentado a la mesa y hemos escuchado las historias de los solicitantes de asilo. Hemos escuchado las historias vitales de mujeres que escaparon de la violencia doméstica, de niñas que han sido violadas por pandilleros como castigo para familiares que no pagaban la «renta» impuesta por las pandillas, y de niños que son perseguidos por ser jóvenes y no estar dispuestos a unirse a una de las pandillas que gobiernan en su país. Una y otra vez hemos escuchado historias aterradoras y una y otra vez hemos mirado la resistencia y la lucha que, de alguna manera, les han llevado a nuestro país para pedir seguridad.

Existen innumerables obstáculos que enfrenta esta población vulnerable en sus países de origen, en tránsito y una vez que entran a los EE.UU. Quienes se encuentran en mitad del proceso de migración o que solicitan asilo en nuestro sistema judicial migratorio necesitan que la comunidad y la Iglesia sigan diciéndoles que son humanos; que son valorados; que sus vidas tienen significado, y que no los dejaremos solos en un sistema migratorio por el que es casi imposible navegar sin nuestro apoyo.

El trabajo no es nuevo. Ya se está haciendo. Quienes trabajan con migrantes y solicitantes de asilo han sido tocados por las vidas de aquellos con los que se han encontrado y espero que si no han encontrado ustedes una forma de sentirse conectados, que esta estrategia implementará programas y una incidencia que les permitirá ser afectados por la vida de su prójimo como yo lo he sido, y que el espíritu nos hará avanzar juntos para seguir proporcionando refugio y «amparo» a quienes lo necesitan desesperadamente. Por estas razones y más, yo apoyo la estrategia AMMPARO. Que dios les bendiga. Gracias”.

Aprendan más sobre cómo la ELCA está Acompañando a Menores Migrantes con Protección, Incidencia, Representación y Oportunidades: www.ELCA.org/AMMPARO

La asamblea –la más alta autoridad legislativa de la ELCA– se reunirá en el Centro de Convenciones Ernest N. Morial en Nueva Orleans. Reunidos en torno al tema «Freed and Renewed in Christ: 500 Years of God’s Grace in Action» (Liberados y renovados en Cristo: 500 años de la gracia de Dios en acción) entre los asuntos de la asamblea se encuentran los preparativos para celebrar el 500 aniversario de la Reforma en 2017.

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos, con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de «La obra de Dios. Nuestras manos», la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se encuentran en los escritos del alemán Martín Lutero, reformador de la iglesia.