Megan Brandsrud

​»¿Podrías decirnos, por favor, tu nombre completo?»

«¿Cuántos años tienes?»

«¿Es el español el idioma que mejor dominas?»

«Debes estar presente en tu siguiente audiencia o tendré que ordenar  tu deportación en ausencia. ¿Lo entiendes?»

Una jueza en un tribunal del centro de Los Ángeles hace éstas y otras preguntas mientras pasa rápidamente de un caso de inmigración de menores al siguiente. Un intérprete traduce discretamente del inglés al español y viceversa cuando la jueza hace las preguntas y los acusados las responden.

Los acusados son niños que acaban de llegar al Condado de Los Ángeles después de haber sido procesados en la frontera entre EE.UU. y México, y entregados a sus padres o tutores que viven en la zona. Cuando se les pregunta por su país de origen, la mayoría de los niños responden que El Salvador, Guatemala u Honduras, países éstos que han estado experimentando altos niveles de pobreza y una violencia en aumento; son los problemas que están obligando a muchos niños y familias a huir.

La sala del tribunal es pequeña y, aparte del sello de la Oficina Ejecutiva para la Revisión de Inmigración que cuelga de la pared justo detrás de la jueza, el marco no parece retratar la magnitud real de la situación. Un breve pasillo está flanqueado por unas pocas filas de bancas llenas de niños y sus familiares o tutores. Algunos de ellos están parados en el corredor a las puertas de la sala mientras esperan a que anuncien su número de caso.

Entre los niños y las familias se encuentran unas cuantas personas que visten playeras blancas adornadas con la imagen de un ángel y dos niños. Son los Ángeles de la Guardia, miembros de un programa de vigilancia de los tribunales desarrollado por el Sínodo del Suroeste de California de la ELCA con el doble propósito de proporcionar apoyo a los niños y las familias que pasan por los procedimientos migratorios y vigilar las posibles violaciones de los tribunales.

Más de 70,000 niños migrantes sin acompañar han entrado a los Estados Unidos desde Centroamérica desde octubre de 2013, lo que representa un aumento con respecto a años anteriores. Un porcentaje significativo de los niños que llegan ha sido entregado a tutores en el área de Los Ángeles mientras pasan por el proceso legal. Después de enterarse de que muchos de estos niños son deportados sin dejarles un tiempo apropiado para encontrar abogado o pedir asilo, Alexia Salvatierra, pastora de la ELCA, y Maria Paiva, directora de ministerios latinos por el Sínodo del Suroeste de California, crearon el programa de los Ángeles Guardianes.

«No conocen el proceso de inmigración», dice Maria. «No siempre saben que necesitan un abogado o qué deben pedir. Nosotros estamos ahí para ayudar a explicar les el sistema y para identificarnos como personas de fe que oran por ellos».

Hay más de 40 voluntarios del Ángel Guardián en el sínodo. Por turnos, cada uno de ellos acude un par de mañanas a la semana para hablar con las familias y sentarse a las audiencias. El programa se ha asociado a la Barra Nacional de Abogados para recibir capacitación voluntaria.

Los voluntarios y voluntarias del Ángel Guardián son individuos que hablan inglés y español. Los que hablan inglés se sientan en la sala y toman notas para documentar el procedimiento y las inconsistencias. Afuera de la sala, los voluntarios que hablan español platican con los niños y sus familias y les expresan su apoyo. Oran con ellos, escuchan sus historias, explican el proceso de audiencias y entregan tarjetas que proporcionan información para encontrar asesoría legal y atención médica. En la tarjeta aparece una imagen del mismo ángel que aparece en la playera de los voluntarios.

«Los niños están familiarizados con esa imagen y les consuela porque muchas familias latinas tienen esas imágenes en sus casas», dice Maria. «Siempre que se la doy, la guardan cerca del corazón. Les hace saber que Dios está con ellos y que, sin importar lo que suceda, los ángeles les acompañan para protegerlos».

Las playeras del Ángel Guardián ayudan a los niños, y también al juez, a identificar a los voluntarios.

«Las playeras hacen saber a los jueces que estamos ahí para ayudar a esos niños que huyen de una mala situación en sus países», dice Maria. «Queremos que sepan quiénes somos y que estamos tomando notas y prestando atención para que no puedan aprovecharse de la situación de los niños».

Cualquiera puede ser un Ángel Guardián; no existen prerrequisitos aparte de estar dispuestos a ceder su tiempo y voz a los niños que enfrentan un procedimiento migratorio.

«Al principio me interesó porque yo era maestra y me apasionan los niños; luego también fue una forma de hacer la diferencia», dice Dixie Hanson, integrante de la Iglesia Luterana Holy Trinity Lutheran Church en Thousand Oaks, Calif.,  quien es voluntaria del Ángel Guardián.

Maria y Alexia dicen haber sido testigos del efecto que el programa de Ángeles Guardianes  ha tenido en el tribunal y también en los niños con los que interactúan.

«En verdad creemos que estamos salvando vidas al ayudar a las familias a conectar con los recursos y al tener una presencia en los tribunales», dice Alexia.

Mientras el programa de Ángeles Guardianes siguen desarrollándose y creciendo en el Sínodo del Suroeste de California, Alexia y Maria mantienen la esperanza de que se implemente un programa similar en los sínodos de otras regiones donde se está liberando a niños.

«Hemos presenciado milagros en cuanto a la manera que tienen los jueces, abogados y demás personas en los tribunales de cambiar de actitud cuando ven y oyen a los niños contar sus historias», dice Maria. «He visto a voluntarios con lágrimas en los ojos mientras oran con estos niños, que suelen ser tan frágiles y tan inconscientes de lo que es para ellos este sistema. Estos niños son un don. Hemos sido bendecidos por Dios de maneras maravillosas, y lo único que podemos hacer es demostrar este amor a las personas que necesitan compasión y justicia».

Megan Brandsrud es intérprete en el programa de Respuesta Luterana ante Desastres de la ELCA.

Véase más en: http://www.elca.org/en/Living-Lutheran/Stories/2015/04/150429-Immigration-court-help-for-children#sthash.XZsUiFem.dpuf

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