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            CHICAGO (ELCA) – Para miles de personas, incluido un creciente número de mujeres y niños que emigran de Centroamérica a los Estados Unidos, su parada final antes de cruzar el Río Suchiate y entrar al sur de México es la Casa de Migrante en Tecún Umán, Guatemala, explicó Stephen Deal de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés).

«El número de migrantes que han sido acogidos y ayudados en las instalaciones de esta casa es impactante», dijo Deal. «Más de 140,000 desde que abrió sus puertas en 1995. En 2014, se ayudó a un total de 6,031 migrantes. En lo que va de 2015, el número de migrantes a los que se prestaron servicios ronda los 600 por mes».
Deal es el representante regional de la ELCA en Centroamérica. En compañía de cuatro líderes de la organización nacional de la ELCA, viajó entre el 9 y el 14 de junio a México, específicamente a Tapachula y Ciudad de México. El itinerario del viaje lo organizó AMEXTRA (Asociación Mexicana de Transformación Rural y Urbana), organización compañera de la ELCA.
El viaje a México es uno de varios viajes organizados por líderes de la ELCA que tienen el compromiso de conocer mejor las causas que se encuentran en la raíz de la migración. Delegaciones de la ELCA han viajado a Honduras, El Salvador y Guatemala, así como a Texas y otras partes de los Estados Unidos, con el fin de entender las realidades que enfrentan los migrantes y los solicitantes de asilo en cuanto llegan aquí.
Desde 2014, la ELCA ha estado dando respuesta a las necesidades de los niños y sus familias, con esfuerzos que van de asegurar la adecuada representación legal a la adopción temporal, pasando por la provisión de servicios «de protección» durante su estancia en los Estados Unidos y la conexión de los niños y sus familias con congregaciones de la ELCA. Los miembros de la ELCA también están exhortando al Congreso para que apruebe una reforma migratoria integral, asistencia humanitaria y un trato humano a los migrantes en tránsito.
«En el mes de junio viajamos a la frontera sur de México para observar la situación de los migrantes, específicamente de los menores sin acompañamiento que emprenden el largo y peligroso viaje para llegar a la frontera entre México y Estados Unidos», explicó la reverenda Raquel Rodríguez, directora de programas de área de la ELCA para Latinoamérica y el Caribe, antes del viaje de la delegación.
Los migrantes que son detenidos a lo largo de la frontera se deportan a sus países de origen, dijo Rodríguez. «Los que consiguen escapar descubren que es muy difícil recorrer la ruta migratoria hacia el norte. En el camino encuentran refugio en casas apoyadas por la iglesia católica. Algunos participantes de Adultos Jóvenes en la Misión Global de la ELCA son voluntarios en refugios donde se ayuda a migrantes centroamericanos en tránsito», dijo.
En sus primeros años, la Casa del Migrante en Tecún Umán (en la parte guatemalteca de la frontera sur de México) proporcionaba una comida caliente, un lugar para dormir, artículos de higiene personal y un par de zapatos, comentó Deal. «Hoy [la casa] puede ofrecer los servicios de un trabajador social profesional, atención médica, asesoría psicológica, asistencia legal para los migrantes que han sido víctimas del crimen e información fundamental sobre los riesgos y peligros al otro lado del río en México.
«El último año, [el personal de la casa] notó un aumento no sólo del número de menores sin acompañar sino de familias enteras que llamaban a sus puertas. Muchos huyen de la extorsión, las amenazas de muerte y otras formas de intimidación por parte de pandillas juveniles y otros grupos del crimen organizado en sus países de origen», dijo Deal.
El personal «se siente profundamente preocupado por los relatos de primera mano de tráfico de seres humanos que oyen con una frecuencia cada vez mayor», dijo Deal. «De acuerdo al administrador de la casa: ‘… al viajar, los migrantes se encuentran con personas sin escrúpulos que se aprovechan de su situación vulnerable para ganar dinero. Su principal motivación es económica… Y para obtener lo que quieren, estas personas extorsionan, secuestran, esclavizan, explotan, seducen, intimidan y violan. Las principales víctimas son las mujeres y los niños, especialmente los de sexo femenino'».

Como «personas de fe, estamos llamados a hacer más»
Además de Deal, la delegación de la ELCA incluía a Evelyn Soto, directora de programa y operaciones de unidad de la Misión Congregacional y Sinodal de la ELCA (CSM, por sus siglas en inglés); Alaide Vilchis Ibarra, subdirectora de política migratoria y defensa de los derechos humanos de la ELCA; Mary Campbell, gerente de relaciones de la Misión Global de la ELCA, y Cecilia Favela, directora de finanzas de CSM.
El grupo visitó un refugio gubernamental donde se encontraron con niños, familias e individuos que solicitaban asilo en México. Vilchis Ibarra dijo: «Muchos solicitantes de asilo en México son detenidos en refugios sin contacto con el mundo exterior, especialmente cuando se están tomando decisiones sobre su estatus de refugiado».
Vilchis Ibarra confesó que escuchar las historias de los niños migrantes durante el viaje «fue desgarrador. Hablar con niños que han pasado por más cosas de las que me podría imaginar y ver cómo tienen que esperar meses detenidos para que los proteja un gobierno es desgarrador. Creo que, como personas de fe estamos llamados a hacer más por estas personas tan vulnerables».
«Vi lágrimas y tristeza, no alegría ni felicidad», externó Soto. «La gente huye de sus patrias como víctimas y luego son tratados como criminales».
Favela dijo que «ni siquiera pueden llamar por teléfono a su familia. Hablé con una mujer cuya madre había sufrido un derrame cerebral y ni siquiera podía saber cómo estaba».
Deal añadió: «Y debido al largo periodo de detención para la resolución de las solicitudes de asilo, las mujeres y sus familias requieren de atención psicológica por culpa de los traumas que han experimentado al salir de su patria y de las experiencias que acumulan en detención. Existe una gran necesidad de acompañamiento espiritual durante esos momentos».

Centro de detención en Chiapas
Campbell dijo que se suele separar a las familias en centros diferentes —a las madres de sus hijos adolescentes de más edad, a las madres y sus hijos de los padres— y tienen poco o ningún contacto.
En Chiapas, Campbell conoció a una mujer que había oído ese día «que había sido aprobada su solicitud de asilo y que pronto iba a salir del centro de detención donde habían permanecido desde principios de marzo ella y sus tres hijitos de 5 y 4 años más el menor de 9 meses. Se iban a dirigir a la Ciudad de México, donde viven una tía y varios primos. Obligada a salir de Honduras por su esposo pandillero, quien abusaba físicamente de ella con mucha frecuencia, sus amenazas de muerte la hicieron decidirse a llevar a sus pequeños en este largo viaje.
«‘Si me quedaba, mis hijos habrían perdido a su madre’, dijo. Viajaron solos hasta que se les unió otra mujer que también estaba huyendo de la violencia pandilleril y los ayudó a llegar a México. ‘Dios nos protegió’, dijo. ‘Nada malo sucedió, gracias a Dios‘».

Campbell dijo que la mujer ya está «mirando a una nueva vida, sosteniendo a su familia con su trabajo de estilista, sola con sus hijos pero viva».
La delegación de la ELCA también se reunió con Cuauhtémoc Ibarra, miembro del personal de la congresista mexicana Amalia Dolores García Medina.
Vilchis Ibarra dijo que García Medina representa al estado de Zacatecas, «que ha sido uno de los estados con más cantidad de migrantes a Estados Unidos. Por esa razón, la migración y la suerte de los migrantes que pasan por México o que buscan seguridad en este país son una parte importante del trabajo de Ibarra. Ayudó a elaborar una ley integral del niño migrante que nunca vio la luz del día debido a complicadas cuestiones políticas. Pero contribuyó a moldear parte de la actual ley de protección del menor que se aplica a los niños migrantes».
Durante esa reunión, Ibarra habló «apasionadamente sobre la poca protección que tienen los migrantes, especialmente los niños, en el sistema mexicano. «No creo que exista una mejor ley [de protección al menor] que la de México, aunque no creo que exista una que se respete menos’, dijo Vilchis Ibarra.
«Entendí de dónde le venía la pasión por esta cuestión. Ibarra había visto los rostros de los niños de los que habían abusado los agentes de migración o que habían estado detenidos durante meses sin conocer su futuro. Mi corazón sangra al saber que una ley que pretende protegerlos en realidad no se está aplicando. Ibarra le pidió a la sociedad civil y a las organizaciones internacionales que siguieran presionando a los gobiernos para que respeten las leyes de protección porque, como nos dijo, ‘son niños'».
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Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:

La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos con más de 3.8 millones de miembros en casi 10,000 congregaciones de los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de «La obra de Dios. Nuestras manos», la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se hunden en los escritos del reformista alemán Martín Lutero.

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