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ELCA Blogs

Es hora de conocernos los unos a otros

… Y prepararse para considerar las prioridades y futura dirección de la ELCA

Por Elizabeth Eaton

No hay persona que tenga menos probabilidades de hablar con entusiasmo de nuestra iglesia que uno de nosotros. No sé si es un poco de modestia luterana intercultural que nos lleva a disimular nuestra verdadera valía, pero el efecto es que la ELCA es uno de los secretos más escondidos… para nosotros mismos.

Otras personas del país, y de todo el mundo, valoran quiénes somos como iglesia y la labor que realizamos en nombre de Jesús. Recientemente me encontraba en el campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania, observando la labor de la Federación Luterana Mundial. Los refugiados sirios sabían lo que significa la palabra luterano. Nuestras facultades y universidades afirmaban el valor de una educación luterana; nuestra tradición de libre indagación, vocación y servicio al prójimo. Chris Kimball, presidente de la Universidad Luterana de California en Thousand Oaks, declara con orgullo que el segundo nombre de la escuela es “Luterana”. Los estudiantes no luteranos que asisten al Seminario Teológico Luterano en Filadelfia le dicen sólo el “Luterano” a la escuela. Servicios Luteranos en América es la mayor entidad proveedora de servicios sociales en el país, asistiendo a uno de cada 50 estadounidenses. Apuesto a que la mayoría de los que están leyendo esta columna no lo sabían.

Claro que entiendo que nuestra principal identidad es cristiana y que el bautismo no nos hace luteranos, nos hace parte del cuerpo de Cristo. Pero el testimonio luterano del Evangelio tiene algo importante que lo distingue y que es valorado por otras tradiciones cristianas y religiosas, y también por el mundo secular. Otras personas sí lo ven. Nosotros no.

He estado pensando mucho en todo esto últimamente. Es probable que se puedan citar muchas explicaciones sociológicas: la erosión de la confianza en las grandes instituciones, nuestra cultura de individualismo, una mayor secularización. Podría seguir con la lista. Pero mi teoría es ésta: No sabemos quiénes somos y no nos conocemos los unos a los otros.

Kenn Inskeep, director de Investigación y Evaluación de la ELCA, apunta que los organismos que precedieron a la ELCA tenían una identidad luterana sólida y ampliamente compartida en la década de 1950. Existía una sólida identidad teológica luterana. La teología era el dominio de los clérigos principalmente, pero muchos miembros laicos conocían lo esencial y podían recitar pasajes del Catecismo Menor de Martín Lutero. Y las personas conocían y apoyaban a las agencias e instituciones de la iglesia.

Antes de que piensen que me voy a poner nostálgica recordando programas de los 50 como el de Ozzie y Harriet Nelson, no se preocupen, no voy a pedir una vuelta a esos años. Había muchas cosas en nuestra iglesia y nuestro país en esos años a las que nunca regresaría. Lo que quiero decir es lo siguiente: Hemos perdido algo que nos ayudaba a entender a Dios y el mundo y que nos conectaba a los unos con los otros.

No es la primera vez que el movimiento luterano necesita un poco de apoyo. En 1527 y 1528, Lutero participó en la Visitación Sajona, una evaluación hecha a las congregaciones y clérigos del estado alemán de Sajonia. Y escribió: “La privación deplorable y miserable que encontré recientemente en mi labor de visitador me ha impulsado y obligado a preparar este catecismo, o instrucciones cristianas, en una versión así de breve, clara y simple. ¡Dios mío, con cuanta miseria me encontré! Las personas corrientes, especialmente en los pueblos, no saben absolutamente nada de la fe cristiana. … Por consiguiente, viven como ganado simple o como cerdos irracionales y, a pesar de que ha regresado el Evangelio, ellos han dominado el sutil arte de malgastar toda su libertad” (prefacio al Catecismo Menor).

Lutero también ataca a pastores y obispos con un lenguaje más fuerte. Sus Catecismos Menor y Mayor fueron escritos, en parte, para paliar esta necesidad.

Nosotros tendremos nuestra propia Visitación Sajona en un proceso solicitado por el Consejo Eclesial de la ELCA. Vamos a sostener una conversación en la iglesia nacional sobre las prioridades y dirección futura de esta iglesia. Cuando digo que vamos, quiero decir todos nosotros: miembros; congregaciones; sínodos; líderes ordenados y laicos; seminarios, facultades y universidades; agencias e instituciones; obispos; personal de la organización nacional. Todos nosotros.

Pero no podemos hablar de prioridades y direcciones futuras si no sabemos quiénes somos y qué hacemos. Estamos desarrollando un conjunto de herramientas que nos ayudarán a todos a conectarnos a la misma conversación. Tengo la esperanza puesta en que, con la guía del Espíritu Santo, acabemos consiguiendo algo estupendo. También tengo esperanza en que lleguemos a conocernos entre nosotros y nos unamos como iglesia.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna se publicó por primera vez en la edición de febrero de 2016 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

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