Por Elizabeth Eaton, Obispa presidente de la ELCA, columna de septiembre de 2016 en Living Lutheran
El miércoles 10 de agosto, los miembros con derecho a voto de la Asamblea General de la ELCA de 2016 recibieron el documento “Declaration on the Way” (Declaración sobre el camino). De entre nosotros, más del 99 por ciento afirmó esta importante declaración ecuménica en la que los luteranos y los católicos romanos han alcanzado acuerdos sobre 32 puntos relativos a la comunión, el ministerio y la iglesia, declarando que éstos ya no dividen a la iglesia. Cincuenta años de diálogo ecuménico en los Estados Unidos y en todo el mundo llevaron a este punto.
Cuando se le preguntó si la declaración nos situaba un paso más cerca de compartir la eucaristía entre luteranos y católicos romanos, el obispo Denis Madden, copresidente católico del grupo de trabajo para el diálogo, respondió afirmativamente. Hubo lágrimas de alegría. La asamblea respondió con una ovación en pie.
Más tarde ese mismo día, esa pregunta se hizo durante la conferencia de prensa sobre la decisión de la asamblea relativa a la declaración: “¿Cómo se daría a conocer este acuerdo histórico y cómo afectaría a la vida de los feligreses ordinarios?” ¿Cómo se convierte el trabajo de teólogos y la decisión de una asamblea nacional en parte de la experiencia de vida de los feligreses luteranos y católicos romanos? ¿Cómo se puede prevenir que esta decisión importante se convierta en sólo uno de los momentos felices compartidos por los miembros con derecho a voto de la asamblea de agosto de 2016?
¿Y qué pasa con todas las demás decisiones importantes que se tomaron? ¿Qué pasa con la iniciativa AMMPARO y con la creación de una lista unificada de la palabra y el servicio? ¿Qué pasa con los memoriales que llaman a la ELCA a profundizar en sus relaciones con las Iglesias Negras Históricas; a repudiar la doctrina del descubrimiento; a trabajar por un futuro energético responsable, por la paz con justicia en Tierra Santa; a dar la bienvenida a los refugiados; a apoyar al personal militar, los veteranos y sus familias; a recibir generosamente los dones de los miembros afroamericanos de la ELCA, y a mirar las estructuras dentro de esta iglesia que levantan barreras a la plena inclusión?
¿Y qué pasa con todos los demás maravillosos eventos no legislativos en la asamblea: un llamado a que la ELCA lea unida el Catecismo Menor de Martín Lutero a partir de ahora y hasta el 31 de octubre de 2017; el llamado a la acción de Leymah Gbowee, luterana galardonada con el Nobel; los informes del Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial y de la Respuesta Luterana ante Desastres; las vidas a las que estamos alcanzando y que estamos cambiando gracias a Siempre siendo renovados: la campaña por la ELCA? ¿Y la conversación que estamos manteniendo en la organización nacional sobre las prioridades en el proceso de Called Forward Together in Christ (Llamados a avanzar juntos en Cristo)?
La asamblea no era una convención política nacional, sino que era el pueblo de Dios unido diariamente alrededor de la palabra y los sacramentos, participando en la oración y abierta al movimiento y guía del Espíritu.
Pero regreso a las preguntas que se hicieron durante la conferencia de prensa: ¿cómo conocerán las personas lo que sucedió durante esta asamblea y cómo se convertirán estas acciones y experiencias en parte de nuestra vida juntos?
No es la primera vez que he oído esta pregunta u otras similares. Es como si la gente quisiera, necesitase o esperase algún tipo de directiva o programa, o incluso permiso, de alguien (¿la obispa presidente?) o de algún sitio (¿la organización nacional?) para sacar estas cosas a la luz y a la vida de sus congregaciones. No tiene por qué ser así. Asistieron a la asamblea aproximadamente 960 miembros con derecho a voto y casi 500 participantes en la Asamblea de la Gracia, junto con visitantes, presentadores y miembros del personal. Cerca de 2,000 personas, la mayoría de las cuales son miembros de congregaciones de la ELCA, miraron y escucharon lo que sucedió en Nueva Orleans. Miles de ustedes han leído lo que se contaba de la asamblea en esta edición de la revista en inglés Living Lutheran. Movilícense.
Si tu pasión es explorar la Declaración sobre el Camino con la parroquia católica romana local, únete a un par de miembros de tu congregación y ofrezlo a tu pastor: “Pastor, creemos que es importante y queremos trabajar con usted. Organizaremos el evento, la logística, las invitaciones, la publicidad, los conferencistas, el formato, ¡hasta los refrescos!” Pueden hacer lo mismo en su conferencia o sínodo.
El punto es que todos somos la ELCA. La labor nos pertenece a todos nosotros.
¡Pongámonos a trabajar!
Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América.