Skip to content

ELCA Blogs

La ELCA aprueba el documento ecuménico entre luteranos y católicos

Por Noticias de la Asamblea General del 2016

NUEVA ORLEANS (10 de agosto de 2016) – La Asamblea General del 2016 de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés) dio pasos importantes el miércoles para avanzar en la misión de esta iglesia como iglesia para bien del mundo.

Por un voto de 931 a 9, la asamblea aceptó por abrumadora mayoría la “Declaración sobre el camino”, un documento ecuménico único que señala el sendero a seguir hacia una mayor unidad entre católicos y luteranos. Tras la votación, una emocionada asamblea se puso en pie para aplaudir esta histórica decisión.

En el centro del documento se sitúan 32 “Declaraciones de Acuerdo” que especifican dónde no tienen luteranos y católicos diferencias divisorias sobre temas de iglesia, ministerio y eucaristía. De manera más tentativa, el documento también explora las diferencias que sí se mantienen.

“Queridas hermanas y hermanos, hagamos pausa para honrar este momento histórico”, exhortó Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la ELCA, al dirigirse a la asamblea tras la votación. “Aunque aún no hemos llegado, hemos declarado que nos encontramos, de hecho, en el camino hacia la unidad. Después de 500 años de división y 50 años de diálogo, esta acción debe entenderse en el contexto de los demás acuerdos significativos que hemos alcanzado, más notablemente la ‘Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación’ en 1999”.

“Esta ‘Declaración sobre el camino’ nos ayuda a materializar más plenamente nuestra unidad en Cristo con nuestros asociados católicos, pero también sirve para impulsar nuestro compromiso con la unidad con todos los cristianos”, manifestó Eaton.

Para honrar el momento, Eaton entregó al obispo Denis J. Madden, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Baltimore y copresidente del grupo de trabajo de la “Declaración sobre el camino”, un regalo de comunión que se elaboró especialmente para la asamblea. Mark Hanson, obispo presidente emérito de la ELCA, sirvió como copresidente del grupo de trabajo por parte de la ELCA. El grupo de trabajo se había reunido y había presentado a la iglesia los acuerdos alcanzados en los diálogos entre luteranos y católicos.

“Me siento tan privilegiado y tan agradecido por haber pasado estos días con ustedes. Por hablar con ustedes, compartir tiempo con ustedes y orar con ustedes”, dijo Madden. “Les doy las gracias por permitirnos a mí y a mis colegas unirnos a ustedes en las celebraciones de la eucaristía, lo cual ha sido una enorme alegría y será siempre un recordatorio de que pronto vamos a celebrar estas cosas juntos como un solo cuerpo”.

La asamblea expresó gratitud por este texto ecuménico pionero y alabó la declaración (junto con otros textos ecuménicos) como recurso “para la vida en común de la iglesia al acercarnos al 2017 y para los años posteriores”. Con respecto a la Declaración de Acuerdos, la decisión de la asamblea de recibir las 32 afirmaciones comunes “reconocía que ya no existen cuestiones que dividan a la iglesia entre luteranos y católicos con respecto a estas declaraciones.

En otro importante asunto, la asamblea votó 921 a 11 a favor de AMMPARO, la estrategia de la iglesia para Acompañar a Migrantes Menores de Edad con Protección, Abogacía, Representación y Oportunidades.

La ELCA desarrolló esta estrategia en base a los compromisos para defender y garantizar los derechos humanos básicos y la seguridad de los niños migrantes y sus familias; abordar las causas de raíz de la migración en los países del Triángulo Norte de Centroamérica y en México, así como el trato que se da a los migrantes en tránsito; trabajar por políticas justas y humanitarias que afectan a los migrantes dentro y fuera de los EE.UU.; participar como iglesia con todos sus compañeros, afiliados y asociados para dar respuesta a la situación de la migración y sus causas, y abogar por los niños migrantes y sus familias.

La asamblea también votó por 895 a 23 aceptar la propuesta presupuestaria para el periodo 2017-2019, aprobada y recomendada por el Consejo Eclesial de la ELCA. La propuesta presupuestaria incluye:

  • una autorización para el gasto corriente de fondos para 2017 de $65,296,005 dólares y una autorización para el gasto del Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial en 2017 de $24.8 millones de dólares;
  • una propuesta para el ingreso corriente de fondos para 2018 de $64,057,220 dólares y una propuesta de ingresos del Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial en 2018 de $25 millones de dólares, y
  • una propuesta para el ingreso corriente de fondos para 2019 de $64,151,175 dólares y una propuesta de ingresos del Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial en 2019 de $25 millones de dólares.

La asamblea –la más alta autoridad legislativa de la ELCA– se reunirá en el Centro de Convenciones Ernest N. Morial en Nueva Orleans. Reunidos en torno al tema “Freed and Renewed in Christ: 500 Years of God’s Grace in Action” (Liberados y renovados en Cristo: 500 años de la gracia de Dios en acción) entre los asuntos de la asamblea se encuentran los preparativos para celebrar el 500 aniversario de la Reforma en 2017.

 

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:
La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en los Estados Unidos, con más de 3.7 millones de miembros en más de 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de “La obra de Dios. Nuestras manos”, la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se encuentran en los escritos del alemán Martín Lutero, reformador de la iglesia.

Share

Miembros de la ELCA se reunirán en Nueva Orleans para la Asamblea General de 2016

CHICAGO – Miembros de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA, por sus siglas en inglés) se reunirán entre el 8 y 13 de agosto en asamblea en el Centro de Convenciones Ernest N. Morial en Nueva Orleans. Reunidos en torno al tema “Freed and Renewed in Christ: 500 Years of God’s Grace in Action” (Liberados y renovados en Cristo: 500 años de la gracia de Dios en acción) entre los asuntos de la asamblea se encuentran los preparativos para celebrar el 500 aniversario de la Reforma en 2017.
La asamblea —el más alto organismo legislativo de la ELCA— está integrada por 980 miembros con derecho a voto que asisten en representación de los 3.7 millones de miembros de la ELCA. Los 65 sínodos de la ELCA eligen a los miembros con derecho a voto que acudirán a las asambleas generales.
“Las asambleas generales son una combinación de sesiones legislativas, adoración, estudio bíblico, reflexión teológica y comunidad”, explicó la reverenda Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la ELCA. “Deliberamos, conversamos y votamos. Algunos dirían que es una forma engorrosa de llevar a cabo la obra de la iglesia, pero es un proceso maravillosamente abierto”.
Como parte de la planificación de la celebración de la Reforma, se invita a los miembros que no tienen derecho a voto a asistir a la Asamblea de Gracia, entre el 10 y 13 de agosto. Los participantes experimentarán los procesos de la asamblea y también se prepararán para las celebraciones del 500 aniversario en el marco de sus congregaciones y sínodos. “God’s Grace in Action Afternoon” (La tarde de la gracia de Dios en acción) ofrecerá un aprendizaje empírico sobre varios temas, con el fin de inspirar a los participantes a emprender acciones a su regreso a sus hogares, entre los que destacan: Música, justicia y paz; desde la doctrina del descubrimiento hasta #BlackLivesMatter (#LasVidasNegrasImportan); trata de seres humanos; cuidando de la creación, y seguridad alimentaria.
“Suele pasar que los miembros de las congregaciones no son conscientes del alcance de la más amplia iglesia”, dijo Eaton. La Asamblea de Gracia proporcionará a un número aún mayor de los nuestros la oportunidad de ver a toda la iglesia en acción. Podemos hacer mucho más juntos de lo que podemos hacer por separado. Y cerca de 2,000 luteranos cantando suena divino”.

 

Entre los puntos clave de acción en la asamblea se encuentran:

 

  • Elegir un vicepresidente de la ELCA. Carlos Peña, el vicepresidente actual, ha decidido no buscar un tercer mandato. Peña ha prestado sus servicios durante 13 años.
  • Considerar las recomendaciones del grupo de trabajo de Palabra y Servicio de que las tres listas de líderes laicos de la iglesia se unifiquen en un solo cuerpo conocido como diáconos.
  • Votar sobre las recomendaciones de la Estrategia de la ELCA para acompañar a los migrantes menores de edad con protección, incidencia, representación y oportunidades (ELCA Strategy to Accompany Migrant Minors with Protection, Advocacy, Representation and Opportunities, o AMMPARO).
  • Considerar “Declaration on the Way” (Declaración sobre el camino), documento que resume 50 años de diálogo entre luteranos y católicos, en preparación para el aniversario de la Reforma.

 

Los miembros con derecho a voto también recibirán:

 

  • Una actualización sobre la primera gran campaña de recaudación de fondos de la ELCA, Always Being Made New: The Campaign for the ELCA (Siempre siendo renovados: la campaña para la ELCA). Aprobada por la Asamblea General de la ELCA de 2013, esta campaña busca recaudar $198 millones de dólares con el fin de contribuir a ampliar los ministerios de esta iglesia.
  • Un informe de la obispa presidente y de los funcionarios de la ELCA.
  • Informes sobre los ministerios nacionales de la ELCA, incluyendo el Programa de la ELCA para Aliviar el Hambre Mundial y la Respuesta Luterana ante Desastres.
  • Propuestas (conocidas como memorias) de los 65 sínodos de la ELCA, entre las que se encuentran: repudiar la Doctrina del descubrimiento; profundizar en las relaciones con las iglesias negras históricas; un futuro energético responsable; apoyar al personal militar, los veteranos y sus familias, y paz con justicia en Tierra Santa.
  • Propuestas presupuestarias para los periodos de 2017 a 2019.
  • Saludos de invitados ecuménicos, asociados globales y otros.

 

Además de los miembros con derecho a voto, cientos más participarán en la asamblea en calidad de observadores de las congregaciones de la ELCA, invitados ecuménicos especiales y líderes globales, presidentes de los ochos seminarios de la ELCA y de sus 26 facultades y universidades, miembros asesores y de recursos, personal y más.
Los miembros de la ELCA y otras personas que no asistan a la asamblea pueden acceder al video en vivo de las sesiones plenarias en ELCA.org/ChurchwideAssembly.
La sala de prensa de la ELCA se ubicará en la Sala 227 del Centro de Convenciones Ernest N. Morial de Nueva Orleans. Están programadas dos conferencias de prensa durante la semana. El 10 de agosto, Eaton y otros hablarán de las consideraciones de la asamblea con respecto a la “Declaración sobre el camino”. El 12 de agosto, una conferencia de prensa presentará al nuevo vicepresidente de la ELCA. Se invita a los reporteros a participar en persona o por teleconferencia. En otro momento se proporcionarán más detalles sobre las conferencias de prensa.

 

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:

 

La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en Estados Unidos con más de 3.7 millones de miembros en casi 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de “La obra de Dios. Nuestras manos”, la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se hallan en los escritos del reformista alemán Martín Lutero.

Share

Eaton escribe carta a líderes de la ELCA invitándoles a que prediquen sobre raza, diversidad e inclusión

17 de junio de 2016

Estimados líderes ordenados de la ELCA:

Que la gracia y la paz sean con ustedes en el nombre de Jesucristo. Hoy nos unimos a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo para conmemorar el aniversario de los nueve mártires de Emanuel. Seguimos llorando la pérdida de esas nueve vidas preciosas, y oramos para que sus familias puedan hallar consuelo en el amor de Dios.

Durante el último año, hemos lidiado como nación, y como iglesia, con los retos de enfrentar el racismo. Juntos a través de nuestros diversos ministerios, la ELCA ha participado en oraciones llenas de lamento y ha ido en pos de actos de justicia racial y reconciliación. Estos también han sido tiempos de intensificar la colaboración con nuestros compañeros ecuménicos, entre ellos la Iglesia Episcopal Metodista Africana (AME, por sus siglas en inglés).

El Consejo de Obispos de AME emitió una poderosa declaración para marcar el aniversario de Charleston: http://disciples.org/ecumenical/statement-m-e-bishops-charleston-anniversary/

Deseo dirigir su atención a tres llamados a la acción que les invito a considerar:

  1. Llamamos a otras comuniones, en particular a nuestras comuniones predominantemente blancas, a unirse a nosotros para predicar e instruir y para condenar el racismo.
  1. El Consejo de Obispos de la Iglesia Episcopal Metodista Africana solicita que, durante el fin de semana del 24 al 26 de junio, los clérigos de todo el país busquen un intercambio de púlpito con otra iglesia o grupo religioso y prediquen sobre raza, diversidad e inclusión. Además, que organicen momentos de compañerismo e interacciones entre congregaciones locales. Este intercambio se debe llevar a cabo con una organización cristiana o interreligiosa de una raza o religión distinta. (Por favor, consideren el próximo fin de semana como el inicio de una temporada para tales intercambios, continuando durante los meses de verano).
  1. Que clérigos y organizaciones interreligiosas locales inicien diálogos con líderes políticos locales sobre cuestiones de vigilancia policiaca, educación, vivienda y otros temas donde la raza es un factor e impacta a cualquier grupo de manera negativa.

La tragedia del 17 de junio del 2015, personificó la relación compleja de nuestra iglesia con el racismo. Nuestra relación con el atacante —Dylann Roof, quien era un miembro de una congregación de la ELCA— como también con dos de las víctimas abatidas —la Reverenda Clementa Pinckney y el Reverendo Daniel Simmons, quienes eran egresados del Seminario Teológico Luterano del Sur, en Columbia, Carolina del Sur— nos recuerda tanto nuestra complicidad como nuestro llamado. Juntos confesamos que somos cautivos del pecado de racismo y, al mismo tiempo, nos regocijamos en la libertad que tenemos en Cristo Jesús, quien ha “derribado mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba” (Efesios 2:14). Que Dios nos siga guiando mientras buscamos el arrepentimiento y la renovación, la justicia racial y la reconciliación entre todos los hijos preciosos de Dios.

En Cristo,

Elizabeth A. Eaton

 

Share

Obispa presidente de la ELCA emite carta en respuesta a la masacre en Orlando

CHICAGO (ELCA) — La reverenda Elizabeth A. Eaton, obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA), emitió una carta en respuesta a la masacre del 12 de junio que cobró las vidas de 49 personas en un centro nocturno de Orlando, Florida. Este es el tiroteo masivo más sangriento en la historia de Estados Unidos. En la carta Eaton declara: “Debemos buscar la paz y reconciliación a la cacofonía del odio y la división. Debemos vivir la verdad de que todas las personas son creadas a imagen de Dios”.

La carta de Eaton continúa:

Estimados hermanos y hermanas en Cristo:

“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”. Génesis 1:27

Nos estamos matando a nosotros mismos. Creemos que todas las personas son creadas a imagen de Dios. Toda la humanidad se asemeja a una familia. Las personas asesinadas en Orlando no eran “otros” abstractos, ellas son nosotros. Pero de alguna forma, en la mente de un atacante seriamente perturbado, la comunidad LGBTQ estaba separada de nuestra humanidad común. Esta separación provocó que 49 de nosotros fuéramos asesinados y 54 de nosotros fuéramos heridos.

Vivimos en una sociedad cada vez más dividida y polarizada. Muy a menudo nos separamos en grupos con ideas afines y dejamos fuera a los demás. Esta división no está muy alejada de la demonización. Ayer, fuimos testigos de las consecuencias trágicas que esto conlleva.

Existe otra forma. En Cristo, Dios se ha reconciliado con el mundo. Jesús vivió entre nosotros compartiendo nuestra humanidad. Murió por nosotros para restaurar nuestra humanidad. Dios nos invita a esta obra reconciliadora. Este debe ser nuestro testimonio como Iglesia Evangélica Luterana en América. El perpetrador de este crimen de odio no salió de la nada. Fue moldeado por nuestra cultura de división, que a su vez ha sido deformada por la manipulación de nuestros miedos. Eso no es lo que somos. San Pablo escribió: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!  Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: ‘En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios’”. (2 Corintios 5:17-20).

Nuestra labor empieza ahora. Necesitamos autoanalizarnos, individualmente y como iglesia, para reconocer las maneras en que hemos dividido y en las que hemos sido divididos. Debemos apoyar a quienes que han sido relegados al papel de “los otros”. Debemos buscar la paz y la reconciliación a la cacofonía del odio y la división. Debemos vivir la verdad de que todas las personas son creadas a imagen de Dios.

Esta mañana el personal de las oficinas nacionales de la ELCA se unió en duelo y oración. Oramos por todas aquellas personas que murieron en la masacre de Orlando y recordamos a las nueve víctimas de Charleston que murieron hace apenas un año. Oramos por la familia del atacante, por nuestros hermanos y hermanas de la comunidad LGBTQ y por nuestros hermanos y hermanas musulmanes que ahora se enfrentan al temor de represalias. Oramos por que el Príncipe de Paz nos permita ver el día en que dejemos de matarnos entre nosotros.

Su hermana en Cristo,

Elizabeth A. Eaton

Obispa presidente

Iglesia Evangélica Luterana en América

 

Sobre la Iglesia Evangélica Luterana en América:

La ELCA es una de las mayores denominaciones cristianas en Estados Unidos con más de 3.7 millones de miembros en casi 9,300 congregaciones en los 50 estados y la región del Caribe. Conocida como la iglesia de “La obra de Dios. Nuestras manos”, la ELCA enfatiza la gracia salvadora de Dios por medio de la fe en Jesucristo, la unidad entre los cristianos y el servicio en el mundo. Las raíces de la ELCA se hallan en los escritos del reformista alemán Martín Lutero.

 

Share

Reconciliarse con la felicidad – por Elizabeth Eaton

Es una cuestión cultural, para nada la alegría de encontrarse en el Cristo crucificado.

En su libro Smile or Die: How Positive Thinking Fooled America and the World (Sonríe o muere: sobre cómo el pensamiento positivo engañó a América y el mundo) Barbara Ehrenreich escribió sobre la incansable presión que enfrentaba para ser optimista mientras se sometía a un tratamiento contra el cáncer. Cualquier interrupción de la actitud positiva proporcionaría ayuda y consuelo a las células cancerígenas que atacaban su cuerpo y ella sería, de alguna manera, responsable del fracaso de su tratamiento. ¡El pensamiento positivo conduce a resultados positivos que, inexorablemente, llevan a la felicidad!

La búsqueda de la felicidad se ha vuelto obsesión en la cultura estadounidense. La incomodidad, la intranquilidad y la enfermedad deben evitarse si es posible y debe lidiarse con ellas de manera firme con la ayuda del analgésico apropiado —ya sea médico, emocional, social o religioso— si es necesario. No se debe tolerar la tensión en las relaciones o dentro de uno mismo. El alivio se convierte en el bien mayor.

Nos hemos convertido en una sociedad que no soporta el dolor, anestesiada. Creemos que todo es justo y tal como es. O, al menos, creemos que todos los demás llevan una vida modelada en una familia perfecta, y encuentran la felicidad y la plenitud en una vida profesional increíble mientras hacen trabajo voluntario merecedor del premio Nobel de la Paz, investigaciones aptas para una disertación en su afición por estudiar la historia rural de la Francia del siglo 19 y trabajan en un huerto orgánico sustentable en su tiempo libre. Todo ello sin esfuerzo. Y si no estamos viviendo esa visión de la buena vida, entonces necesitamos ponernos las pilas.

En este sentido, la felicidad, tal como se define en nuestra cultura, está sobrevalorada.

Hay momentos en nuestras vidas en los que debemos pasar por el dolor. Hay momentos en los que la tensión no se debe solucionar con demasiada rapidez. Hay momentos en los que debemos de pasar por dificultades. No estoy defendiendo la dureza de “cuando tenía tu edad caminábamos cuesta arriba para ir y volver de la escuela entre la nieve mientras masticábamos pintura y nos envolvíamos en asbestos”. Al contrario, lo que externo es la posibilidad de que esa “felicidad” que evita toda incomodidad es una ilusión desesperada y estéril. Amortigua la vida y puede convertirse en una especie de cautividad, una búsqueda agotadora de un alivio que, significativamente, lleva a una vida en la que nos consumimos. Acabamos siendo desesperadamente felices.

La vida en Cristo ofrece una alternativa. El gozo. Ésta es una participación activa, viva, en el amor misericordioso de Dios, demostrado en la muerte y resurrección de Cristo. La crucifixión no fue un evento carente de dolor. La Pasión fue el intento deliberado de Jesús de desligarse de cualquier cosa que mitigara o suavizara la agonía del pecado y la muerte que atacan a la vida y el amor.

“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2:5-8).

Este acto supremo de presencia y vulnerabilidad radicales por parte de un Dios apasionado nos da vida, esperanza y un futuro, incluso y especialmente, frente a todas las cosas feas y mortales que la vida nos lanza a la cara. Esto se opone diametralmente a una “felicidad” que nos encierra en una comodidad vacía. Éste es el verdadero gozo.

Resulta extraño y difícil que la cruz sea un símbolo de alegría. Podría resultar aún más extraño y difícil creer y confiar en que una vida conformada al sufrimiento, servicio y muerte de Jesús sea, de hecho, la buena vida. El mundo ofrece “felicidad”; Cristo da gozo. El mundo quiere lo “fácil”; nuestra vida en Cristo da simplicidad. El mundo promueve una vida anestesiada; la vida cruciforme hace posible que estemos completamente presentes. El mundo pregona el pensamiento positivo; nosotros estamos invitados a ser del mismo pensamiento que encontramos en Cristo.

Y por lo tanto, querida iglesia, ¿qué forma podría adoptar este gozo? Unidos en el bautismo hasta la muerte y resurrección de Cristo, podemos estar plenamente conscientes del sufrimiento —el nuestro y el de los demás— y no alejarnos. Al reconocer el dolor, nos vemos impulsados a llevar la sanación. Vivir en la tensión entre la misericordiosa voluntad de Dios y la desolación causada por el pecado humano para el que la cruz aporta un mayor alivio, podemos señalar la victoria de Dios al final, aunque tengamos dificultad para darnos cuenta en nuestras comunidades.

Jesús no murió para hacernos felices. Jesús murió para que su alegría pueda encontrarse en nosotros y que esa alegría sea completa.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna apareció por primera vez en la edición de noviembre de 2015 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

Share

¿Qué es ser “luterano”? – por Elizabeth Eaton

Tenemos una forma particular de entender la historia de Jesús.

Durante los dos últimos años, he organizado mi trabajo alrededor de estos cuatro énfasis: somos iglesia, somos luteranos y luteranas, somos una iglesia unida y somos iglesia para bien del mundo.

Deseo dedicar un poco de tiempo a pensar con ustedes lo que significa ser luteranos en el siglo 21. ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que somos luteranos?

Un buen lugar para comenzar quizás sea preguntar por qué es importante y útil tener una identidad luterana. Algunos dirán que las denominaciones y la lealtad a las mismas son cosas del pasado. Tienen algo de razón, especialmente si nuestra denominación se define por la etnia y la cultura, y si nuestra lealtad se dirige principalmente a la denominación y no a nuestro Señor.

Hubo una campaña durante el movimiento por expandir la iglesia en la década de 1980 para deshacerse de cualquier señal que identificara a la denominación. Se suponía que la iglesia luterana St. Paul, en su imperturbable abandono, pasaría a llamarse algo así como “The Church at Pheasant Run” (la iglesia en la senda del faisán) ¡Qué evocador! ¡Qué maravilloso! Un simple cambio de nombre mataría dos pájaros de un solo tiro: dejar de espantar a los que se oponían a las denominaciones y atraer montones de gente. No lo hizo.

En un intento por ser más atractiva, se volvió genérica. Tener una idea clara de quiénes somos y en qué creemos no es un lastre, es un activo. Si estamos bien definidos y bien diferenciados, tenemos una mayor capacidad para participar en el diálogo ecuménico e interreligioso y podemos ser una voz clara en la plaza pública.

Pero, ¿qué es ser “luterano”? Nos reímos con la cariñosa caricatura que hace el autor Garrison Keillor de los luteranos. Sí, nos describe a muchos de nosotros, pero no a todos. Nunca repudiaría la herencia occidental y del norte de Europa de miles de los nuestros. Forma parte de nuestra historia. Pero también tenemos a miles de hermanos y hermanas de origen africano, asiático, latino, nativo americano y árabe y de Medio Oriente, algunos de los cuales llevan generaciones enteras siendo luteranos.

Y la iglesia luterana está experimentando su mayor crecimiento en el “sur global” (África, América Central y Latinoamérica y la mayor parte de Asia). Hay más luteranos en Indonesia que en la ELCA. Hay más luteranos en Etiopía y Tanzania que en los EE.UU. Hay más luteranos en El Salvador, en Japón, en India, en México, en Palestina, en Jordania, en China y en Irlanda. La iglesia luterana más reciente se está formando en el país más joven del mundo. Estamos trabajando con pastores luteranos sudaneses para establecer una iglesia luterana en Sudán del Sur. Las gelatinas en polvo Jell-O no suelen aparecer en las comidas de traje de estos luteranos. El factor fundamental de ser luterano no es la etnia.

Si la cultura y la cocina no nos definen, entonces debe hacerlo nuestra teología. Los luteranos tienen una forma muy particular de entender la historia de Jesús. No es un movimiento que transita de la libertad desenfrenada a la sumisión. Es, más bien, la historia de cómo Dios nos redime del pecado, la muerte y el diablo, liberándonos de las cadenas que nos atan al pecado de manera que, liberados y vivos, podamos servir a Dios al servir a nuestro prójimo. Y no es cuestión de nuestro esfuerzo, bondad o ardua labor. Es la bondadosa voluntad de Dios para ser misericordioso.

Pruébenlo en casa: pregunten a sus familiares o amigos qué deben hacer para tener una buena relación con Dios. Después del asombro ante esta pregunta, adivino que hablarán de guardar los mandamientos, ser una mejor persona, leer más la Biblia. No. El amor de Dios en acción en el Cristo crucificado crea una buena relación. Nuestra parte es recibir este don con fe.

Esto es una inversión sorprendente de la forma en que siempre ha funcionado todo. No tenemos una relación transaccional con Dios: si hacemos esto, entonces Dios hará esto otro. Es una relación de transformación. Nosotros, que estábamos muertos en el pecado, hemos sido renovados. Somos libres de responder a ese amor profundamente vinculante. Lo que comemos, los himnos que cantamos, los chistes que contamos, nuestros países de procedencia, el color de nuestra piel, las prendas que vestimos, nada de eso nos une o nos hace luteranos. Es la gracia de Dios. Y eso es una buena nueva en cualquier idioma.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna apareció por primera vez en la edición de octubre de 2015 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

Share

Si Dios es suficiente – por Elizabeth Eaton

Podemos liberarnos del apego a nuestros planes, voluntades y éxitos.

De vez en cuando me invitan a celebrar el aniversario de alguna congregación. Es maravilloso ver a la iglesia en acción y conocer a miembros de diferentes partes del país.

También es interesante ver la variedad de tamaños y estilos arquitectónicos de nuestros templos. Mirar las edificaciones que se agregan a las iglesias es como estudiar los anillos de crecimiento en los árboles: se pueden apreciar los periodos de crecimiento rápido y de contracción. Por lo general, la primera unidad se construyó hace uno o dos siglos, la ampliación del santuario se levantó cuando el original se quedó chico y el ala dedicado a la educación se añadió a fines de las décadas de 1950 ó 1960. He visto docenas de iglesias así y recuerdo que mi última parroquia mostraba un patrón de crecimiento similar.

Con mucha frecuencia, sin embargo, la membresía de estas congregaciones se ha reducido. Un santuario construido para acoger a 400 personas, ahora sólo recibe a 50 los domingos. Las salas dedicadas a escuela dominical y gimnasio, en las que en otro tiempo resonaban las voces de los niños, ahora se encuentran vacías o, en congregaciones más emprendedoras, han sido rentadas a grupos comunitarios y organizaciones de servicio social.

En estas congregaciones, la celebración del aniversario tiene un gusto agridulce: durante un glorioso domingo, el santuario se llena de miembros actuales y exmiembros acompañados de sus hijos y nietos; se comparten historias de la época dorada de la congregación; hay energía y entusiasmo, y luego todo el mundo se marcha a casa. Al siguiente domingo, las 50 almas afables que quedan se reunirán en un santuario cuya soledad es ahora aún más obvia.

Se oye el sonido de un lamento en muchas partes de nuestra iglesia. Las poblaciones han cambiado y las personas se han alejado. Han cambiado las actitudes sobre la religión y la iglesia tiene un estatus menor en nuestra cultura. Eso nos llena de ansiedad y, en algunos casos, de desesperación. ¿Cómo podemos detener la decadencia? ¿Dónde está la siguiente generación? ¿Qué sucedió? ¿Qué significa todo esto?

Tengo una teoría. Estamos experimentando el juicio de Dios. No como si fuera una plaga de langostas acompañada de un fuego infernal, sino como una llamada tenaz, imponente y amorosa que nos lanza Dios a todos nosotros. La iglesia no nos pertenece. La iglesia no es un vehículo para nuestra conveniencia, estatus, éxito o consuelo. La iglesia es el cuerpo vivo de Cristo, al que le ha insuflado vida el Espíritu y que está llamado a una profunda comunión con Dios. Todo lo demás es, en el mejor de los casos, complementario y, en el peor, una distracción.

Dios podría estar llamando al pueblo de Dios a examinar qué es lo que merece nuestra atención. ¿De dónde se extrae nuestra energía?

Si la respuesta a nuestras preguntas desesperadas es cualquier otra cosa que no sea el amor íntimo y completo de Dios como se demuestra en Cristo crucificado y resucitado, entonces es que nos estamos apartando de la fuente de nuestra vida como pueblo y como iglesia.

Había un artículo provocador en la edición de diciembre de 2012 de la revista Christian Century sobre la “noche oscura de la iglesia”. Los autores del artículo sugerían que lo que yo estoy llamando un tiempo de juicio es, en realidad, la acción de Dios que nos libera del apego a nuestros planes, nuestra voluntad, nuestro éxito.

Los autores preguntaban: “¿Que está volviendo a aprender la iglesia sobre sí misma en su noche oscura? La iglesia está volviendo a aprender que su esencia no se encuentra en sus programas y logros, ni en sus actividades y las alabanzas que recibe, sino en la verdad de que ‘de toda la tierra, es ella la que tiene unión con el Dios Trino’ y que Dios es suficiente. Alcanzar este conocimiento significa desconectarse de la glamorosa cultura americana orientada a los resultados, con su producción, medición y crecimiento sin límites”.

Así que, amada iglesia, ¿es Dios suficiente? Si no lo es, entonces estamos condenados a seguir una travesía interminable, agotadora y vacía en busca del significado, la importancia y el propósito. Si Dios es suficiente, entonces tenemos todo lo que necesitamos. Si Dios es suficiente, somos libres para regresar el amor recibido y entregar nuestras vidas en aras del Evangelio y en servicio al prójimo. Si Dios es suficiente, podemos abrir nuestras manos y nuestras vidas. Si Dios es suficiente, entonces podemos soltar las riendas de la iglesia sabiendo que es la iglesia de Cristo, que no es nuestra.

Y si es la voluntad de Dios que haya un testimonio del Evangelio por parte de la ELCA, no existe fuerza sobre la Tierra, ni siquiera la nuestra, que lo pueda impedir.

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna apareció por primera vez en la edición de septiembre de 2015 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

Share

Sin glamour, pero fundamental – por Elizabeth Eaton

Nuestra relación con el dinero es una cuestión profundamente espiritual.

Una iglesia en el Sínodo del Noreste de Ohio se describe a sí misma como una congregación del “50/50”. Dona la mitad de las ofrendas recibidas. Una parte importante se destina al apoyo a la misión, pero la congregación también apoya ministerios y proyectos locales. Visité la congregación el día en que se iban a aportar ofrendas para un programa especial. Uno a uno, los congregantes con gesto serio se acercaban a colocar sus ofrendas en una cesta ante el altar.

En la parte de atrás de la congregación, me llamó la atención una niña, puede que de 5 años, sentada en el regazo de su padre. Forcejeaba y se retorcía hasta que el adulto le dio su ofrenda y la soltó. Recorrió el pasillo como un tornado, la cabeza en alto y una mirada como si hubiera ganado la lotería. Cuando regresaba a su asiento, señalé la alegría de dar representada en esta pequeña niña. Alguien de la congregación comentó: “No es su dinero”. Esperé un minuto y luego dije: “No, es el dinero de su padre”.

Tenemos una relación conflictiva con el dinero. Por una parte, aseguramos que no nos puede comprar amor o felicidad, pero por la otra medimos nuestro valor y seguridad según su escala. No nos gusta hablar de dinero en la iglesia. Hace años que hablamos de sexualidad humana en esta iglesia, pero no hablamos del dinero. Es totalmente inaceptable.

Recuerdo una entrevista con un comité de vocaciones donde pedí ver los informes del tesorero. Me dijeron: “Oh no, pastora, usted preocúpese de las cuestiones espirituales y nosotros nos preocupamos de las finanzas”. Pero nuestra relación con el dinero es una cuestión profundamente espiritual. Nuestra peculiar relación con el dinero puede mantenernos en una especie de esclavitud. Jesús lo sabía cuando se encontró con un rico que aseguraba haber respetado los mandamientos desde su juventud, pero que seguía sintiendo que le faltaba algo. Cuando Jesús le dijo que vendiera todo lo que tenía, que lo diera a los pobres y le siguiera, “el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas” (Marcos 10:17-22). Tenía muchas posesiones. Era esclavo de sus posesiones.

Dar es una disciplina espiritual. Es la forma que tenemos de aprender a vivir por la fe. Es una forma de participar de la generosidad y abundancia de Dios. Es una forma de ir más allá de nosotros mismos. Es también una forma de conectarnos los unos a los otros. En respuesta a la gracia y amor pródigo de Dios, expresado en la crucifixión y resurrección de Jesús, nuestros donativos son un acto comunal. Dar es tan espiritual como la adoración. Forma parte de nuestra vida unidos. No estoy hablando de los donativos de ostentación y publicidad de uno mismo contra los que advierte Jesús en Mateo 6:2-4, sino de la ofrenda intencional y, en su caso, extravagante de la viuda en el templo (Marcos 12:41-44). El suyo fue un acto público de fe y participación en la vida corporativa de la comunidad.

¿Con qué frecuencia habla su congregación del dinero? ¿En la campaña anual de mayordomía en el otoño? ¿En los foros de adultos? ¿Alguna vez? ¿Cuenta su congregación con educación para la mayordomía y con un programa anual de mayordomía? Sus obispos, el personal de su sínodo y los directores de misión evangélica están listos y dispuestos para trabajar con ustedes. Háblenles por teléfono.

Recientemente, el obispo James Hazelwood del Sínodo de Nueva Inglaterra encuestó a los miembros laicos y ordenados sobre el apoyo a la misión. Descubrió que aproximadamente el 10 por ciento sabía qué era el apoyo a la misión. Es el apoyo financiero que las congregaciones envían a los sínodos para posibilitar y promover la obra de la más amplia iglesia. Un porcentaje se envía a la organización nacional para apoyar la obra de la ELCA en nuestro país y en todo el mundo. Algunos sínodos envían hasta el 55 por ciento del apoyo a la misión recibido. Todos nuestros sínodos son generosos en sus donativos, incluso hasta el punto del sacrificio. Esta es una obra que realizamos juntos: ningún sínodo o congregación individual podría hacerlo solo. Y los sínodos también apoyan ministerios en sus territorios: seminarios, campamentos, universidades, organizaciones de ministerio social, nuevas congregaciones y mucho más.

Han cambiado los patrones para dar. Entiendo que las personas quieran dar a proyectos específicos o a causas locales. Eso está muy bien. Sigan haciéndolo. De hecho, revisen Always Being Made New: The Campaign for the ELCA (Siempre siendo renovados: la campaña de la ELCA). Pueden designar para dar a ministerios vitales que lleven en el corazón. Pero formen parte de un apoyo a la misión que significa fe, liberación y creación de conexiones. Puede que no sea glamoroso, pero hace la diferencia.

¿Con qué frecuencia habla su congregación del dinero? ¿En la campaña anual de mayordomía por el otoño? ¿En los foros de adultos? ¿De vez en cuando?

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Esta columna apareció por primera vez en la edición de julio de 2015 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

Share