Por Elizabeth A. Eaton, obispa presidente

​Dada la competencia, ¿es esta el ‘núcleo de nuestra semana, el espacio donde nos reagrupamos?​

Hay una compañía de bebidas cafeinadas con sede en Seattle que se toma muchas molestias para proporcionar un excelente servicio al cliente. Su campaña consiste en convertirse en el «Tercer Lugar» de todo el mundo. El «Primer Lugar» es el hogar, el «Segundo Lugar» es el trabajo y el «Tercer Lugar» es la cafetería local. Para retener a los clientes, la compañía emplea una meticulosa capacitación de sus trabajadores, una incansable investigación de mercado y una adaptabilidad creativa.

Los empleados practican el «plano de entrega», en donde se les enseña a establecer un contacto ocular cuando entregan su café latte mocha vente al cliente. Lo hacen para que el cliente tenga una experiencia transformadora mientras sorbe de su taza de café. Y funciona. En una carta de agradecimiento al personal, una mujer escribió: «Ustedes son el núcleo de nuestra semana, el espacio donde nos reunimos», dijo. Luego describió a una comunidad multigeneracional, multicultural y multisocioeconómica donde ella y su familia compartían un sentimiento de comodidad y pertenencia.

Esta es nuestra competencia.

Somos iglesia. En el centro de lo que hacemos se encuentra la adoración, y en el centro de nuestra adoración se encuentra el Cristo crucificado y resucitado. Todo lo demás que hacemos se forma, nutre, sostiene y transforma con nuestra vida como comunidad de fe reunida alrededor de la Palabra y los Sacramentos, comunidad que vive en el amor de Dios. Sin esta comunión intencionada y regular con Dios y entre nosotros, nos resultaría imposible comunicar un mensaje auténtico de esperanza a un mundo desolado, el mundo que Dios tanto ama.

Cuando nos reunimos para la adoración, escuchamos la promesa de Dios; confesamos nuestra impotencia; recibimos el perdón; oramos, y damos la bienvenida a nuevos hermanos y hermanas por medio del bautismo, prometiendo apoyarlos en su camino de fe. Recibimos el alimento del pan de vida y recibimos a nuestro Señor que se vuelca en nosotros. Y entonces se nos envía de vuelta al mundo. La adoración es esencial para la vida y servicio de la iglesia.

¿Pero, qué tanta atención ponemos en la preparación y ejecución de nuestra adoración en conjunto? ¿Es el «núcleo de nuestra semana, el espacio donde nos reunimos? ¿Esperamos tener una experiencia transformadora? El Tercer Mandamiento (Santificarás las fiestas) y la explicación de Martín Lutero (Debemos temer y amar a Dios para que no descuidemos su palabra y la predicación de ésta sino que la santifiquemos y la escuchemos con alegría y aprendamos de ella) nos recuerda que la adoración es fundamental en la vida de fe. La adoración no es solo otro punto más en la lista de programas y actividades de una congregación. Es su núcleo.

En ocasiones la adoración puede convertirse en una especie de habitación acogedora: todo se ha vuelto tan familiar que no notamos los muebles desgastados. ¿Qué pasaría si entráramos a la adoración como si fuera nuestra primera experiencia de la misma? ¿Qué pasaría si viéramos la congregación y la liturgia a través de los ojos de un invitado? ¿Está limpio el edificio? ¿Dónde se encuentra la verdadera puerta principal? ¿Hay alguien que nos salude y reciba? ¿Es claro y fácil de leer el boletín? ¿Dónde se encuentran la enfermería y los baños? ¿Son claras las instrucciones para la comunión?

¿Y qué dicen del servicio de adoración en sí? Somos una iglesia litúrgica. Hay una cierta humildad y bella comunión en no intentar reinventar el servicio cada vez que se practica, sino en unirse a las hermanas y hermanos de todo el mundo y de todos los siglos. Y por favor, por favor, no reescriban los credos. La iglesia necesitó un par de siglos para completar el Credo Niceno. ¿Qué nos hace pensar que podemos mejorarlo alterándolo en nuestra laptop?

Esto no tiene nada que ver con estilos musicales; existe una gran abundancia de himnos en Adoración Evangélica Luterana y en recursos relacionados. La música góspel y Bach, la música contemporánea y la del mundo son todas ellas formas poderosas de escuchar la palabra de Dios y cantar sus alabanzas. Es bueno que dominemos la música tradicional de nuestras comunidades y que probemos con las músicas de los demás.

La mayoría de nosotros debería acercarse a la adoración con la expectativa de salir cambiados. Estamos tocando, probando, sintiendo, oyendo y viendo a aquel que nos conoce y nos ama completamente. Nuestras vidas han sido restablecidas. Hemos sido liberados. Alimentados para la jornada, nos dan permiso para irnos en paz y servir al Señor. Gracias sean dadas a Dios.

«La mayoría de nosotros debería acercarse a la adoración con la expectativa de salir cambiados. Estamos tocando, probando, sintiendo, oyendo y viendo a aquel que nos conoce y nos ama completamente».

Mensaje mensual de la obispa presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en América. Su correo electrónico es:bishop@elca.org.

Este artículo apareció en un principio en la edición de mayo de 2015 de la revista en inglés The Lutheran. Reimpreso con permiso.

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